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Arnau, ganador de 'Masterchef': «Sé que nadie apostaba por mí, pero nunca lo he necesitado»
El aspirante de Lérida, sin estar nunca entre los favoritos, se acabó llevando la edición
Como los toreros Arnau se cortó la coleta para salir por última vez por la Puerta Grande, la de las cocinas de «Masterchef». Sin ser considerado uno de los favoritos de la edición, sí ha sido uno de los que ha tenido mayor personalidad, atreviéndose a rebatir a sus compañeros e incluso a los jueces. Incluso elaboró una lista negra adivinando el futuro de sus rivales. Las claves de su éxito ha sido precisamente su actitud batalladora y el respeto por los productos, su religión. Aunque también es conocido por sus grandes dotes como comunicador, lo que en alguna ocasión le valió la etiqueta de «vendehumo». Su larga experiencia en el foso, librándose de la prueba de eliminación solo en dos programas, lo considera casi una filosofía de vida.
–¿Le ha dolido no ser la apuesta de ninguno de los jueces?
–No, porque nunca he necesitado ser considerado más que los demás. La condición de favorito te la tienes que creer tú mismo y sentirte con posibilidades.
–A pesar de su obsesión por la proximidad y la protección de los productos locales, ¿podremos encontrar a Arnau en algún supermercado?
–Por supuesto, también tengo días de cocinar algún congelado e incluso productos precocinados (se ríe). Lo de cocina de proximidad lo entiendo más por hacer un esfuerzo para apostar por productos locales, aunque el precio sea más caro y eso suponga que lo tengas que disfrutar con menos frecuencia.
–¿Entonces, está de acuerdo con las nuevas medidas que se quieren implantar sobre el consumo de carne roja?
–No, no estoy a favor de prohibir cosas. Nunca lo he entendido.Creo que cada uno debe ser libre de consumir lo que le parezca conveniente. Lo mío es una decisión personal y voluntaria.
–¿Se había imaginado que Meri llegase a la final?
–Me sorprendió, como me consta que nadie apostaba porque yo fuese el ganador. Pero a pesar de que Fran tuviese más papeletas, en la final demostramos que nos merecíamos estar ahí. Además, que mi plato fuese juzgado por Dabiz Muñoz es uno de los mayores regalos del programa.
–Uno de sus grandes talentos durante su paso por el programa ha sido su labia. ¿Le veremos alguna otra vez en televisión?
–De todos los trabajos que he tenido siempre he disfrutado más en los que podía comunicar. Aunque ahora debo concentrarme en estas cosas, tener mi propio espacio televisivo sería cumplir uno de mis sueños.
–¿Tantos empleos ha tenido?
–Con 32 años, habré estado en unas 7 empresas. No es que me despidan (se ríe). Siempre me he considerado un hombre de proyectos y si veo algo que me motiva apuesto por ello.
–¿Así ocurrió con Masterchef?
–No, para eso necesité un impulso. Me apuntó un amigo mío. Yo siempre encontraba alguna excusa para no hacerlo. Lo raro es que al primer intento todo haya salido tan bien.
–¿Ahora celebrará con él el premio recibido al menos?
–Sí, a algo por supuesto que le invito. Yo no cumplo el estereotipo de los catalanes, adoro compartir lo que consigo con los demás.
–¿De «Masterchef» va a echar de menos hasta el foso?
–Seguro, aunque creo que el foso ya ha hecho su trabajo. Es una lección de vida. A veces hay que estar abajo para llegar a lo más alto.
–¿Te llevas más lecciones para la cocina que para la vida?
–A partes iguales. Antes de entrar yo me creía que sabía guisar, pero me he dado cuenta de que ni eso. Y más allá de los fogones he aprendido a resetear cuando fallo en algo. Es lo bueno de estar en una competición en la que cada día puede ser el último.