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El gadget del sábado: realme C55, un gama media con altas aspiraciones
No será el mejor móvil del año, pero sin duda es uno de los más interesantes.
Desde hace unos años han comenzado a surgir nuevos facbricantes que han logrado hacerse con un lugar consolidado entre los diez primeros puestos de fabricantes de smartphones. Uno de ellos es realme. Nacido de la mano de Li Bingzhong, antiguo vicepresidente de Oppo, realme ha apostado por ajustar al máximo la relación precio/calidad. Un ejemplo de ello es su investigación en sistemas de carga, convirtiéndose en el fabricante con la carga más rápida del mercado. Y ahora ha presentado en España su último teléfono: el realme C55.
Este dispositivo es parte de la familia C, móviles al límite entre la gama de entrada (por debajo de los 200 euros) y la media. En el caso del C55 su precio de lanzamiento es de 199 euros, luego subirá a los €229. Lo dicho, justo en el límite. Pero vamos por partes en el análisis.
Se trata de un dispositivo con un diseño limpio y convencional. No tiene materiales de lujo: nada de cerámica o cristal de zafiro. Es muy delgado (menos de 8 mm), limpio en sus superficies y fácil de llevar en la mano. Su procesador tampoco es uno de los más interesantes o conocidos: un chipset Helio G88 de 12 nm, cuando otros ya están habituados a los 3 nanómetros, es decir pueden agrupar muchos más neurotransmisores en el mismo tamaño (hasta 4 veces más). En suma: no es un cerebro apto para grandes tareas, para tener abiertas muchas aplicaciones al mismo tiempo o para exigirle un videojuego de gran potencia, pero… Nuevamente: es un móvil de 200 euros.
Eso sí, uno con una memoria RAM a partir de 8 GB que puede llegar hasta 16GB de RAM dinámica y 256GB de almacenamiento, también ampliables hasta 1 TB. Esta memoria RAM le da un plus al microchip para que trabaje mejor. A esto le suma un pantalla de 6,72 pulgadas con resolución FHD+, una tasa de refresco de 90 Hz y 680 nits de brillo… muy justo en condiciones de alta luminosidad.
Donde comienza a sorprender para su categoría es en las cámaras. La selfie va justito con sus 8 MP, pero la principal es una de 64 MP, la única cámara del segmento con esta resolución. También apuestan por un sensor OV64B con tamaño de píxel de 0,7 um y formato óptico de 1/2", el mismo sensor utilizado en el realme GT Master Edition. Este sensor aumente un 54% la claridad y resolución del modelo anterior. Todo el sistema contribuye a tener una cámara que no aparenta pertenecer a un móvil de 200 euros. Obviamente no es una cámara que nos permita obtener fotografías de alta calidad pero se comporta adecuadamente en la mayoría de las situaciones.
Otro aspecto interesante es su batería: un gama de entrada/media con una batería de 5.000 mAh y una carga rápida de 33 W (de 0 a 100 en 63 minutos), casi el doble de potencia de carga que su predecesor. Otro detalle interesante en el aspecto diseño es que la cámara frontal va alojada en una perforación que recuerda a la de los últimos iPhone. El software incluido en esta microcápsula nos permite ver el estado de la carga, notificaciones y detalles de algunas aplicaciones, actuando como una pantalla mínima, pero útil sobre todo gracias a su luz dinámica que cambia de color dependiendo del estado de la batería.
Veredicto: No es un móvil para comprar por su cámara. Tampoco uno que destaque por su capacidad de procesamiento, pero su carga, su batería, su memoria, detalles como la microcápsula y, principalmente, su precio, lo convierten en una opción muy interesante en el mercado actual.