Defensa
¿Por qué la Armada española no tiene corbetas y en qué se diferencian de los buques de acción marítima (BAM)?
Nuestro país no cuenta con ningún buque de este tipo, pese a que Navantia las construye para Arabia Saudí, aunque sí forma parte del proyecto para la futura corbeta de patrulla europea, de la que podría comprar seis unidades
El pasado 25 de agosto llegaba a Arabia Saudí la primera de las cinco corbetas construidas por la española Navantia para la Marina Real saudí, bautizada como Al Jubail, concretamente a la base naval Rey Faisal situada en la ciudad de Jeddah en el mar Rojo.
La corbeta arribó a esta base, desde la que operará junto con las otras cuatro de la serie. El buque está basado en el modelo Avante 2200 de Navantia con un desplazamiento de 2.000 toneladas y capacidad de efectuar misiones antisubmarinas, de guerra antisuperficie y antiaérea. Con una eslora de 104 metros y una manga de 14, puede transportar a un total de 102 personas entre tripulación y pasaje, navegar a una velocidad máxima de 27 nudos y llevar en sus bodegas provisiones para 21 días.
Respecto al armamento, la corbeta cuenta con un cañón principal Super Rapid de 76 mm de Leonardo, un sistema de defensa cercana Millennium de 35 mm de Rheinmetall, cuatro ametralladoras de 12,7 mm, así como misiles antiaéreos Mica de MBDA que puede lanzar desde su sistema lanzador de misiles MK 41 de 16 celdas, torpedos y misiles antibuque.
Sin embargo, la Armada española carece de corbetas y su apuesta clara durante las últimas décadas ha sido, por un lado, por las fragatas, un buque de mayores dimensiones pero también más costoso, y, por otro, por los Buques de Acción Marítima (BAM), cuyo porte es similar al de una corbeta. Pero, ¿por qué España ha desechado las corbetas o los destructores?
Conceptualmente, las fragatas están destinadas a proteger a otros buques y efectuar lucha antisubmarina, mientras que las corbetas actuales están pensadas para tareas de vigilancia y defensa de las aguas territoriales o para misiones ultramarinas ocasionales y de corta duración. Su desplazamiento oscila entre 900 y 2.000 toneladas y se diferencian fundamentalmente de una lancha rápida de ataque (FAC) o una lancha patrullera o patrullero de altura en disponer de una dotación electrónica y medios de combate cercanos a la fragata, aunque con menor autonomía y capacidad de víveres.
Sin embargo, las nomenclaturas de los distintos tipos de buques son hoy en día muy heterogéneas variando mucho de unos países a otros. Países de nuestro entorno como Francia, Alemania o Italia han apostado también por las fragatas como unidad principal de combate y han desechado los destructores o los cruceros. Pero, en muchos casos, estamos hablando más de la denominación de los barcos que de sus propias características, pues las fragatas españolas, por ejemplo, tienen capacidades muy parecidas a las de los destructores de la USS Navy y, de hecho, las fragatas españolas de la clase “Álvaro de Bazán”, las más modernas de la Armada, están inspiradas en los destructores estadounidenses de la Clase Arleigh Burke, de los que hay cerca de 70 en servicio.
En el caso de las corbetas, pasa algo parecido. España no cuenta con ninguna en servicio, pero sí con Buques de Acción Marítima (BAM), que cubre un nicho intermedio entre las mencionadas corbetas y los buques de vigilancia y patrulla. Por un lado, su porte es similar al de una corbeta lo que le permite disponer de capacidad para proporcionar una gran autonomía, alojar a la dotación básica y al personal de transporte con un alto estándar de habitabilidad, operar con helicópteros, permanecer en la mar durante periodos prolongados sin someter al personal a fatigas excesivas y de disponer de un Sistema de Combate avanzado basado en el Núcleo Común del Scomba con un alto grado de interoperabilidad con otras unidades de la Armada.
El buque, en función de las necesidades de la Armada española, está orientado a tareas de vigilancia y patrulla con un alto grado de versatilidad en la Plataforma, lo que le permite realizar las funciones actualmente asignadas a un número heterogéneo de buques con funciones de patrulla de muy diversas características. El resultado es un producto de altas prestaciones, no solo en el ámbito militar sino también en el de cooperación en tareas de salvamento, lucha contra la contaminación, evacuación, ayuda humanitaria. En este sentido, conviene tener en cuenta que el buque cubre gran número de misiones tanto en el ámbito oceánico como en el litoral.
En la actualidad, la Armada dispone de seis de estos BAM. El bautizado como “Audaz”, por ejemplo, tiene un desplazamiento de 2.840 toneladas, 93,90 metros de eslora, 14,2 de manga y alcanza una velocidad máxima de 22 nudos, es decir apenas 10 metros más corto que la corbeta de Navantia, la misma anchura y mayor desplazamiento, aunque alcanza cinco nudos menos de velocidad. Además, los BAM españoles pueden embarcar un helicóptero.
Cabe mencionar aquí que la mera existencia del BAM ha sido muy polémica desde su concepción, pues son muchos los expertos militares que deberían haber sido corbetas, con capacidad de llevar a cabo labores de escolta y mucho más armados. Hay quien considera que deberían incorporar misiles antibuque Harpoon, aunque esto iría en contra del propio concepto del BAM, pues, como explica Federico Supervielle Bergés, oficial de la Armada española, en su blog, “si un patrullero se ve en la necesidad de lanzar un misil antibuque, no nos hemos equivocado en su diseño, nos hemos equivocado en su política de empleo. Nunca debería de haber estado en esa situación”.
Corbeta europea
En cualquier caso, ¿quiere decir todo esto que la Armada española ha renunciado, con las fragatas y los BAM, a incorporar corbetas a su flota? Evidentemente, por plazos, sí a corto y medio plazo, aunque no a largo. De hecho, no hay que olvidar que España lidera junto a Francia, Italia y Grecia, el proyecto de futura corbeta de patrulla europea que recibirá el año que viene un fuerte impulso de los Fondos Europeos de Defensa (FED). Los países implicados, que también incluyen a Dinamarca y Noruega, esperan contar con 200 millones de euros de este mecanismo en 2023 para la construcción del prototipo. La primera convocatoria de los FED, cuyos resultados se conocieron el pasado julio, ya ha incluido este año un desembolso de 60 millones para este proyecto, conocido por las siglas en inglés EPC.
La partida ya aprobada por la Comisión Europea de 60 millones, hace tres meses para este proyecto, se centra en la fase inicial de este “buque europeo innovador, modular, flexible, interoperable, ecológico y polivalente, que permita a las armadas europeas afrontar los desafíos del siglo XXI”. Esa es la cantidad con la que ya están participando los FED, y que se centra “en los estudios conceptuales hasta el diseño inicial y el uso como buque de referencia de la clase corbeta que puede cumplir una amplia de misiones en futuros contextos de operaciones”.
La descripción literal se extrae del documento en el que la Comisión recoge los detalles de esta primera partida. En él se apunta una duración de dos años y que el coste total estimado se aproxima a los 66 millones de euros. Una vez conseguido el buscado diseño “modular y flexible, más energético, más ecológico, más seguro, más interoperable y ciberseguro”, se podrá acometer la construcción del prototipo para el que, de acuerdo con la fuente, se prevé una nueva inyección de 200 millones.