ESPAÑA
Arte

El impresionante palacio aragonés por el que pelearon Evita Perón y Goering, mano derecha de Hitler

El Patio de la Infanta de Zaragoza fue construido por el banquero de Carlos I en señal de amor a su mujer. Tras varias etapas de declive y su traslado a París pieza a pieza, fue codiciado por distintos famosos.

Visita guiada por el Patio de la Infanta.
Visita guiada por el Patio de la Infanta.SHUTTERSTOCK
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Llegó a ser el prestamista real del mismísimo Carlos I de España y V de Alemania el siglo XVI, así que de alguna manera tenía que dar a conocer su bonanza económica. Y qué mejor forma que construyendo un impresionante palacio renacentista en pleno centro de Zaragoza (calle Nueva, para más señas), donde se fue a vivir junto a su segunda esposa, Sabina de Santángel, a quien regaló el edificio de 1.700 m2 en señal de amor como regalo de bodas. Es parte de la historia del primer banquero de la Corona de Aragón, Gabriel Zaporta, un judío converso que se hizo riquísimo exportando productos como lana, azafrán o trigo a otros países europeos.

No sólo tenía dinero, sino también gusto por el arte y la arquitectura, por lo que mandó levantar en 1549 este monumento de estilo italiano, un icono del renacimiento aragonés, en el que volcó su pasión por el humanismo y la mitología, en el patio a cielo abierto de dos plantas, considerada la joya indiscutible del edificio, hoy recuperada como sede de la Fundación Ibercaja en la capital maña (calle de San Ignacio de Loyola, 16), en la que tienen lugar todo tipo de eventos, entre talleres, charlas, conciertos y exposiciones.

Interior del inmueble zaragozano.
Interior del inmueble zaragozano.I. GARCÍA

Allí, entre columnas abalaustradas, bellísimos tapices elaborados en Flandes por importantes cartonistas —ojo a la serie de Ester y Asuero firmada por Rubens y a la de Dido y Eneas, de Jacob Jordaens— y frisos recubiertos de medallones, se puede seguir la historia del imperio romano a través de los bustos de emperadores como Trajano, Adriano o Marco Aurelio. Les acompañan los de Carlos I (que por algo concedió a Zaporta el título de noble de Aragón), Fernando el Católico y Felipe el Hermoso. También se muestran representaciones de las Tres Gracias, alegorías de Cupido y la rueda de la fortuna y las hazañas de 14 parejas de amantes famosos como Paris y Helena, Eros y Psique, Dante Alighieri y Beatrice y Ulises y Penélope, lo que hizo que se conociera al lugar como el Palacio del Amor en sus inicios.

Un horóscopo matrimonial

En este contexto, no podían faltar los retratos tallados en madera del financiero y su mujer, custodiando cómplices sus posesiones desde lo alto de la galería del segundo piso. La demostración de su amor no acaba aquí, ya que el hombre se empeñó en reflejar la carta astral del momento en el que se casaron: las 18.50 horas del 3 de junio de 1549. Eso sí, alguien tiene que revelar al visitante el hallazgo (hay rutas guiadas de 75 minutos todos los días previa reserva), ya que el prestamista se cuidó mucho de ocultar sus creencias cabalísticas al tratarse de una herejía en aquella época.

Grabado del edificio en sus orígenes.
Grabado del edificio en sus orígenes.F. IBERCAJA

De desentrañarlas, una a una, se encarga Inés González, directora del Patio de la Infanta y su fan número uno. "Gabriel Zaporta era un apasionado del arte y de la astrología, además de un adelantado a su época, pero debía mostrarse como un férreo cristiano", cuenta la experta mientras señala el horóscopo matrimonial que puebla, de forma velada, el inmueble.

Tal magnitud cultural ha hecho que el edificio haya sido objeto de deseo desde su origen. No en vano, el nombre actual del patio (antes se llamaba simplemente Casa Zaporta) se debe a María Teresa de Vallabriga, condesa de Chinchón, esposa del infante Luis de Borbón (hermano a su vez del rey Carlos III), quien residió en él a partir de 1785, cuando, ya viuda, decidió instalarse en su Zaragoza natal tras un tiempo en la Villa y Corte, "convirtiendo el lugar en punto encuentro de intelectuales y artistas", apunta González. Entre ellos, Francisco de Goya, aragonés ilustre, quien la inmortalizó varias veces. El pintor era, además, amigo del comerciante Martín de Goicoechea, uno de los anteriores inquilinos (junto al ilustrado Ramón de Pignatelli) del palacio, que llegó a acoger la Real Academia de Bellas Artes de San Luis, el Casino monárquico y liberal o el Liceo literario.

Imagen del patio tal como estaba en la tienda de París.
Imagen del patio tal como estaba en la tienda de París.I. GARCÍA

Tras lustros de decadencia y un terrible incendio en 1894, el patio se vendió por 17.000 pesetas en 1903 a un anticuario francés, Ferdinand Schultz, quien lo desmontó y lo trasladó, pieza a pieza, para que fuera el escaparate de su tienda en la calle Voltaire de París. Con el tiempo, varios fueron los interesados en adquirirlo. Desde la argentina Evita Perón al militar alemán Hermann Goering, mano derecha de Hitler, pero ninguno se hizo con el tesoro. En 1958, los herederos de Schultz lo pusieron en venta a través de la prensa. Después de una complicada operación, la Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja (hoy, Ibercaja) consiguió comprarlo por 30 millones de francos en una gesta que llena de orgullo a los maños en particular y a los amantes del arte en general.

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