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Desde la CNN a Bloomberg, entre otros diversos medios estadounidenses ilustraban la noticia mundial del día -el incremento de la represalia china contra EEUU- con una imagen del presidente Xi Jinping con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Si el deseo de Moncloa era que la visita tuviera repercusión internacional, consiguió que la imagen llegara con nitidez no sólo a la Casa Blanca, sino a inversores ávidos de ver el detalle las informaciones estadounidenses sobre los nuevos aranceles chinos que provocaron un nuevo debilitamiento del dólar y del bono a diez años de EEUU.
No sólo eso fue la imagen. Xi Jinping aprovechó el encuentro con Sánchez en la suntuosa Casa de Huéspedes de Estado Diaoyutai -antiguo complejo imperial y de actual uso para eventos diplomáticos o del Partido Comunista- para romper su silencio de los últimos días y mandar un mensaje a la Unión Europea y al mundo contra Donald Trump, presentando a China como el nuevo y gran socio en que debe apoyarse el Viejo Continente.
Según el comunicado chino sobre el llamado Plan de Acción entre la República Popular China y el Reino de España para el Fortalecimiento de la Asociación Estratégica Integral (2025-2028) -mucho más largo que el difundido por Moncloa- «China y la UE deben asumir sus responsabilidades internacionales, salvaguardar conjuntamente la globalización económica y el entorno comercial internacional». Para ello, Xi cree que hay ambos bloques económicos y políticos deben boicotear o rechazar «conjuntamente» lo que considera el «acoso» de Trump. Xi incluyó este mensaje en su discurso público ante Sánchez y las cámaras de todo el mundo. Fue su jugada aprovechando que tenía ante él a un dirigente europeo en el día que iba a anunciar la mayor represalia hasta la fecha de un país contra la guerra comercial iniciada por EEUU.
El presidente chino evidenció así su buena relación con el español y su «química», como adelantó el pasado lunes a este diario el embajador chino en Madrid, Yao Jing, al que por cierto Xi distinguió situándolo muy cerca de él durante el encuentro.
No obstante, si la imagen de Sánchez se refuerza en China, se debilita ante el principal aliado para la seguridad de España como es Estados Unidos. «No puede ser una visita más inoportuna», afirman en privado no pocos directivos de multinacionales de EEUU en España. Estaba preparada desde hace tiempo, pero no había que ser un lince para intuir el riesgo ante Washington de programarla en los 100 primeros días de mandato de Trump, donde era previsible que tomara medidas hostiles con China.
A la espera del impacto del viaje en la Casa Blanca, el largo comunicado chino sí es favorable para el socialista español. Lo encabeza subrayando, eso sí, que quien había invitado a Sánchez era el primer ministro Li Quang, su homólogo, aunque luego lo recibiera Xi.
Tras mencionar que «China da la bienvenida a la visita de Estado del Rey Felipe VI», prevista para este mismo año, «las dos partes reafirmaron su apoyo mutuo a la soberanía y la integridad territorial de acuerdo con los principios establecidos por el derecho internacional y las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas. España reafirma su adhesión al principio de una sola China». No deja Xi pasar oportunidad de dejar claro lo que es Taiwán para su país.
Y en los acuerdos económicos, China tuvo el gesto con Sánchez de ofrecer una mayor apertura de su mercado al sector porcino y a productos cosméticos, que son viejas reivindicaciones de estos sectores. Sánchez aprovechó, por su parte, en intentar atraer inversiones chinas y se comprometió «a promover alianzas empresariales y explorar las oportunidades de cooperación». En otros países europeos y, notablemente EEUU, no se quiere estimular que haya proyectos compartidos de sus empresas con grupos chinos, pero en el plan de acción suscrito por el presidente del Gobierno no hay ese recelo. Según el embajador, siempre que España mantenga esta política con China, habrá más inversiones de su país en la cuarta economía del euro.
Los encuentros de Sánchez con los presidentes de importantes grupos de ese país apuntan, en efecto, a más inversión o a consolidar proyectos existentes. Con algunos que vio como los máximos responsables de la automovilística Chery o la energética Envision ya tienen consolidados planes en España, pero no otros con los que conversión como el también de automoción Leapmotor, entre otros.
El Gobierno chino amarró en el comunicado que Sánchez no se mueva ya de su viraje en contra de aranceles a los vehículos eléctricos chinos. Fue el pasado septiembre cuando, tras haber defendido en la UE lo contrario, apostó por no poner ya esa barrera.
En el plan de acción conjunto-siempre según el texto difundido por China- se establece que «las dos partes apoyaron la inversión bidireccional en vehículos eléctricos, tecnología industrial, transformación ecológica y otras áreas, mejorando el entorno de inversión, proporcionando un entorno empresarial con igualdad de oportunidades y competencia leal, ayudando a las empresas de los dos países a entrar en los mercados del otro, y profundizando la cooperación en la cadena de suministro de la cadena industrial». Bienvenida por tanto a España cualquier entrada e inversión de los vehículos eléctricos chinos y teóricamente, a la inversa para los europeos.
Por su parte, Sánchez -que acudió junto a los ministros Luis Planas y José Manuel Albares- arrancó un párrafo para intentar frenar la frecuente exportación china a Europa de marcas falsificadas. «Las dos partes están dispuestas a reforzar los intercambios y la cooperación sobre la protección de la propiedad intelectual y a combatir enérgicamente la falsificación, la piratería, la violación de patentes y el registro malicioso de marcas y otros actos ilegales».
¿Y Ucrania? China ha sido asidero de Vladimir Putin mientras que Sánchez reclamaba sanciones y cerraba filas con Volodimir Zelenski. En el comunicado chino sólo se puede leer esto sobre la conversación: «Ambas partes también intercambiaron puntos de vista sobre la crisis de Ucrania». Diaoyutai significa, dicen en China, "plataforma de pesca".