Espacio
La India, en camino a la cara oculta de la Luna
El país lanza con éxito la misión Chandrayaan-2, que tiene como objetivo analizar la superficie del polo sur del satélite. Sus programas «low cost» le permiten ser la cuarta potencia espacial.
El país lanza con éxito la misión Chandrayaan-2, que tiene como objetivo analizar la superficie del polo sur del satélite. Sus programas «low cost» le permiten ser la cuarta potencia espacial.
La India ya está camino a la Luna. Medio siglo después de que el hombre pisara por primera vez el satélite, esta potencia emergente se ha sumado a la nueva carrera espacial para investigar su cara oculta. Ayer, la Agencia India de Investigación Espacial (ISRO) lanzó con éxito la misión Chandrayaan-2 –que en sánscrito significa vehículo lunar– del Centro Espacial Satish Dhawan a las 14:43 con la respiración encogida. Este lanzamiento estaba programado para el 15 de julio pero tuvo que cancelarse una hora antes del despegue por «inconvenientes técnicos». Por eso los nervios entre el equipo estaban a flor de piel. La misión es de suma importancia, pues de completarse sin incidentes, la India se convertiría en la cuarta nación en posarse sobre la superficie lunar tras EE UU, Rusia y China.
«Satélite separado», informó la agencia espacial entre aplausos 17 minutos después del lanzamiento, confirmando el éxito de la operación, que fue seguida con máxima expectación por 7.500 personas en la explanada para visitantes del Centro Espacial de Satish Dhawan. Pero todavía queda un largo recorrido hasta que alcance la superficie lunar. El Chandrayaan-2, que pesa 3,8 toneladas, tiene tres elementos: orbitador lunar, vehículo de alunizaje y el robot de exploración, todos desarrollados por la ISRO. Viajará durante dos meses antes de alcanzar la meta. Primero la nave orbitará la Tierra para que los técnicos comprueben que todo funciona correctamente. Irá haciendo órbitas cada vez más elípticas hasta que entre en órbita lunar. El satélite atraerá con su gravedad al vehículo y éste quedará anclado. Hasta aquí la parte sencilla. El reto más difícil es que el vehículo de alunizaje, llamado Vikram –en honor al padre del programa espacial indio, Vikram Sarahaib, fallecido en 1971– consiga separarse correctamente de la nave principal y se pose suavemente en la Luna.
15 minutos de terror
Como en todo descenso, previsto para el 6 o 7 de septiembre, «habrá 15 minutos de terror para los científicos una vez que se desprenda el módulo de aterrizaje y se lance hacia el polo sur de la Luna», señaló en la presentación de la misión el director de ISRO, Kailasavadivoo Sivan. Una vez en pista, será el robot Pargyan (que significa sabiduría) el que explore durante 14 días terrestres –o lo que es lo mismo, uno lunar– la superficie para recolectar muestras químicas y minerales. Lo interesante serán las fotos y datos que recopile. No traerá muestras a la Tierra, pero su robot de exploración podrá enviar esta información al módulo lunar, que estará operativo un año, para su análisis.
La zona elegida por la ISRO para el alunizaje es una llanura situada entre Manzinus C y Simpelius N, dos cráteres situados cerca del polo sur de la Luna. En este extremo meridional lo que esperan es encontrar rastros de agua. Ya la misión india Chandrayaan-1, lanzada en 2008, había detectado agua en la Luna. Paralelamente, la «sonda suicida» LCROSS de la NASA ratificó que la había congelada en el cráter Cabeus al estrellarse accidentalmente contra él.
Confirmar la presencia de este elemento en nuestro satélite es de suma importancia para poder establecer en un futuro una base espacial allí. Según la investigación de un equipo de científicos liderados por el profesor Shuai Li de las Universidades de Hawaii y Brown –y en el que está incluido también Richard Elphic, del Centro de Investigación de Ames de la NASA– publicado el año pasado, el agua se encuentra en forma de hielo en cráteres fríos y oscuros cerca de los polos de la Luna, lugares donde nunca llegan los rayos del Sol y en los que no se superan los -157 grados Celsius. Este descubrimiento lleva a pensar que haya agua a pocos milímetros de la superficie, lo que la hace fácilmente accesible y puede ser un recurso muy útil «para futuras expediciones para explorar e incluso permanecer en la Luna».
Aunque esta misión no puede compararse con las de la NASA –ha tenido un presupuesto de 130 millones de euros, cuando las de la agencia norteamericana suelen rondar el millar– La India saca pecho en la carrera espacial con un modelo «low cost» que está funcionando. Mientras algunos analistas califican de irreales algunos objetivos y parte de la población se resiente con el dinero destinado a los programas espaciales y que podrían servir para paliar la pobreza, la India tiene previsto otra visita a la Luna en 2022, enviar una nave a la órbita de Venus un año después y tener una estación espacial independiente en 2030. Con ello está demostrando que el espacio está al alcance de casi todos.
La Vía Láctea nació hace 10.000 millones de años
La colisión que hace 10.000 millones de años se produjo entre el progenitor principal de la Vía Láctea y la galaxia enana Gaia-Encélado fue el origen de nuestra galaxia, según una investigación liderada por científicos del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). En el estudio, publicado ayer en «Nature Astronomy», se explica que el Universo de hace unos 13.000 millones de años era muy distinto al que ahora se conoce, y que las estrellas se formaban a un ritmo «vertiginoso, creando las primeras galaxias enanas». La fusión de esas galaxias enanas daría lugar a las galaxias más masivas actuales, incluyendo la Vía Láctea, pero la cadena exacta de acontecimientos que la modeló «era un misterio, hasta ahora». Las medidas precisas de posición, brillo y distancia para aproximadamente un millón de estrellas de la Vía Láctea en un radio de 6.500 años luz alrededor del Sol, aportadas por el telescopio espacial Gaia, han permitido vislumbrar sus etapas iniciales.