Directo Black Friday
Laura L. Álvarez
Bernardo Montoya será puesto mañana a disposición judicial
De confirmarse este extremo estaríamos ante un caso en el que puede aplicarse la prisión permanente revisable
El autor del asesinato de Laura Luelmo confiesa pero miente: sí que violó a Laura
Bernardo Montoya, supuesto autor del asesinato de la profesora Laura Luelmo en El Campillo (Huelva) será puesto, en principio, a disposición judicial a primeras horas de la tarde de mañana, según han informado a LA RAZÓN fuentes de la investigación. La Guardia Civil quiere apurar el plazo previsto en la ley con el fin de completar las diligencias en torno a este hecho criminal, toda vez que en las declaraciones atribuidas al asesino y difundida en los medios ha incurrido en mentiras en incoherencias.
A este respecto, no se descarta, según la mismas fuentes, que antes de llevarle a dependencias judiciales se le tome de nuevo declaración por si aporta datos reales sobre lo que ocurrió desde que secuestró a la profesora y la violó, según acredita la autopsia.
Uno de los datos que quieren aclarar los investigadores es cuanto tiempo y donde la mantuvo viva por si se trata de una agresión sexual continuada. Esta mañana continúa en calabozos de la Comandancia de la Benémerita en Huelva y se desconoce si será conducido a algún lugar para nuevas diligencias. Informa J.M Zuloaga.
Estuvieron toda la noche «mareándole» hasta que ya de madrugada, quizás ya con menos reflejos por el cansancio, Bernardo Montoya –principal sospechoso de la muerte de Laura Luelmo– acabó admitiendo la autoría del crimen. Lo hizo después de ofrecer varias versiones, entrar en contradicciones y tras mostrarle la Guardia Civil alguna prueba que le relacionaba con el caso. Confesó, pero mintió. Insistió mucho en la parte de la agresión sexual. Negó de forma contundente haber violado a Laura. Admitió que lo intentó varias veces pero que no fue capaz, según avanzó ayer el programa Espejo Público. Desgraciadamente, no es cierto. La joven de 26 años sí fue agredida sexualmente, según se desprende del resultado de la autopsia practicada al cuerpo de la joven en el Anatómico Forense de Huelva. La veracidad del resto de su declaración, por tanto, es cuestionable.
La versión aproximada de los hechos que esgrime el individuo es que la tarde del miércoles (a mediodía estuvo comiendo en casa de su hermana, en la barriada de Las Eritas, en Cortegana) Laura se acercó a él y le preguntó dónde había un supermercado. Resulta extraño que ocurriera así en un pueblo tan pequeño, en el que Laura ya había hecho compra y, sobre todo, que se acercara a hablar justo con el vecino que le daba un poco de miedo, como ya había confesado a su novio. En cualquier caso, Montoya asegura que él le indicó un callejón «sin salida»; algo que, según los vecinos del pueblo no existe y, por la zona es cierto que hay muchos estrechos pero todos desembocan en otra calle. No sabemos, por tanto, a qué calle de El Campillo se refiere. En cuanto le indicó mal, asegura, él cogió su coche y apareció en el lugar antes que la chica. Ella, supuestamente, le preguntó que qué hacía allí y él llegó a bromear sobre la inexistencia del supermercado. Tras un forcejeo, Montoya le dio un golpe en la cabeza contra el maletero y la metió allí después de atarle las manos con un cordón que llevaba en el coche. Este punto sería importante para determinar la calificación posterior de homicidio o asesinato; es decir, si hubo intencionalidad o el golpe ocurrió, por ejemplo, al cerrar el capó del maletero al introducirla dentro.
Después dice que la condujo al paraje donde fue encontrada el lunes y la desnudó de cintura para abajo. El voluntario de la Cruz Roja que encontró el cuerpo de la profesora se topó con sus vaqueros y su ropa interior a unos 200 metros del cuerpo, aunque él sólo llegó a ver los pies.
El individuo asegura que allí trató de violarla varias veces pero no lo logró, así que la dejó allí abandonada, malherida y aún con vida. Laura falleció casi tres días después de aquello. El forense también deberá explicar si esta versión es compatible con el estado en el que se encontró el cuerpo o si también miente en este punto, porque el estado de un cadáver a la intemperie tantos días es diferente a si estuvo a cubierto.
En este sentido, los investigadores también dudan de esta versión porque, tras un primer registro en la vivienda del presunto culpable, los perros del Servicio Cinológico de la Guardia Civil y los agentes de Inspecciones Oculares sí encontraron «evidencias biológicas» en el lugar, por lo que sospechan que sí metió a Laura en su casa y quizás pudo tenerla retenida varias horas, antes de deshacerse de ella ya fallecida.
Después de cometer el crimen, Montoya asegura que volvió a su casa y trató de hacer «vida normal», pero el viernes por la noche, al ver una patrulla de la Guardia Civil en la puerta de su casa (estaban en realidad en la puerta de la casa de Laura) se dio la vuelta y echó a correr hacia su coche, según un testigo que también escuchó golpes muy fuertes en la vivienda de la joven la noche del miércoles.
Todo apunta a que la Guardia Civil agotará el plazo máximo de 72 horas antes de pasar a disposición judicial a Bernardo Montoya, que regresará con toda probabilidad a la prisión de Huelva, donde está su novia también presa y de donde él salió hace apenas dos meses tras cumplir condena por un robo con violencia.
Antes, los investigadores tienen que terminar el atestado policial en el que presentarán todas las pruebas que incriminan a Montoya. Sería importante que aparecieran las zapatillas de deporte y el móvil de Laura. Su presunto homicida asegura que los tiró en diferentes contenedores. Así, han seguido recogiendo evidencias en la casa del detenido, en el lugar donde encontraron el cuerpo y en el coche del sospechoso en el que aún no han terminado de analizar y donde, según la versión del sospechoso, debería haber algún rastro biológico de Laura.
El equipo de la UCO que se ha desplazado hasta el lugar es el mismo que lleva la desaparición de Manuela Chavero en Monesterio (Badajoz), a la que se sigue buscando. Se trata de un equipo que, junto a la UOPJ de Huelva, marcó a Bernardo como principal sospechoso.
Mientras, el coche de ella, su Kia azul, seguía ayer aparcado en la plazoleta de arriba de su casa. Algunos de sus familiares ya han regresado a Zamora y se encuentran a la espera de que el juzgado autorice el traslado del cuerpo.
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