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El calvario de la familia de Yéremi Vargas
Los restos óseos localizados a cinco kilómetros de la casa no son de un menor, sino de una mujer mayor. La familia en ningún momento perdió la esperanza y confiaba en que no fueran del pequeño.
Los restos óseos localizados a cinco kilómetros de la casa no son de un menor, sino de una mujer mayor. La familia en ningún momento perdió la esperanza y confiaba en que no fueran del pequeño.
Con una llamada de un programa de televisión. Así se enteraron la madre de Yéremi Vargas y su marido de una noticia que finalmente no fue. Un error en la identificación de un resto óseo de un cráneo volvió a hundir a la familia. El día anterior, alrededor de las 18:30 horas, un pastor de Santa Lucía de Tirajana (Gran Canaria) encontró el hueso de un cráneo, cuyo tamaño hizo pensar al forense que podría corresponder a un niño de entre 5 y 12 años, una edad similar a la que tenía Yéremi, de 7 años, cuando se perdió su rastro hace ya ocho años. Hoy tendría 15.
De hecho, desde la Guardia Civil pedían prudencia durante la mañana de ayer, porque no se había finalizado aún el informe forense para poder insinuar si eran o no del pequeño. La familia pedía también cautela. «Estamos fatal. Imagínate que, a primera hora de la mañana, te despiertan con este tipo de cosas. No sabemos si es o no de Yéremi. Esto ha pasado ya otras veces con restos óseos. Pero de adultos, nunca antes de un niño, porque en la zona donde han encontrado los restos, a unos cinco kilómetros de nuestra casa, hacen rituales de santería», afirmaba Jonathan Guisado, el marido de Ithaisa, madre del niño, antes de saberse que el resto óseo del cráneo corresponde a una mujer mayor. De hecho, la alcaldesa de Santa Lucía de Tirajana, Dunia González, confirmó que este tipo de prácticas se llevan a cabo en la isla.
«Mi mujer no puede con ello. Está bastante nerviosa. Tenemos un niño de dos meses y tememos que a mi mujer se le corte la leche. Antes de conocer la noticia estaba bastante animada. Hoy ha vuelto a revivir lo mismo. Tiene la esperanza, como el resto de la familia, de que el resto óseo no sea del niño», afirmaba Jonathan Guisado, que ya por la mañana dudaba de que pudieran ser del pequeño, porque los restos «se han encontrado en una zona donde aparentemente no se ha removido la tierra. De todos modos, la Guardia Civil continúa en la zona».
«Si los restos son de Yéremi, pienso que la Guardia Civil ha hecho lo suficiente. Han hecho rastreos. He visto su trabajo y no han parado. Los familiares hemos pasado por esta zona al inicio de su desaparición y nunca hemos visto nada. Si fueran del niño estaría seguro de que alguien ha manipulado la zona para ponerlo ahí».
Su mayor temor no se cumplió. La primera inspección ocular se demostró errónea: la forma y el tamaño parecían corresponder a un menor, pero en realidad pertenecían a una mujer de edad avanzada. Y antes de saberse que no eran del pequeño, la petición de esta familia seguía siendo la misma: «Le pido a los que se han llevado a Yéremi –proseguía– que digan ya dónde está nuestro niño. Que lo suelten». «Nosotros no vamos nunca a perder la esperanza de encontrar a Yéremi con vida. Tenemos que vivir con esto... Entiendo que en este país todo el mundo tiene su opinión. Esta mañana he mirado las redes sociales y he visto comentarios del tipo ‘‘ojalá sea él’’ y que ‘‘así descansará la familia’’. Pero es totalmente lo contrario. Hay que estar aquí para saber que si fueran los restos del niño en estas circunstancias nuestras vidas estarían bastante rotas», añadía el marido de Ithaisa.
Su dolor era comprensible. Y a pesar del calvario que llevan pasando durante ocho años volvió a contestar tras saberse el garrafal error. «Estamos aliviados porque no sean de Yéremi. Pero no se puede poner el nombre a un cadáver sin haber identificado a los restos. Pedimos cautela, y más tacto por parte de los medios de comunicación. No puede ser... Y esto es opinión mía. Parece que se ha hecho por morbo, no puede ponerse un nombre a unos restos óseos a los que todavía no se había hecho el examen correspondiente», afirmó Jonathan Guisado. «Mi mujer al menos ha podido dormir algo ahora», tras saberse que los restos no son de Yéremi.
Amenazas y bromas
Una situación similar atravesó la familia de la sevillana Marta del Castillo. En abril del año pasado, se hallaron en la escombrera de Camas unos restos óseos que, se pensaba, podían pertenecer a la menor. A las pocas horas, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía confirmó que los huesos tenían décadas de antigüedad.
La familia de Yéremi no pierde la esperanza. Ni tampoco las buenas palabras, incluso antes de saberse que no eran del pequeño. «En estos ocho años sin Yéremi el día a día es bastante difícil. Hemos recibido amenazas, personas que nos entrevistaban sin decirnos que eran videntes y que nos aseguraban donde estaba el niño, «hackers» que a través de Twitter se burlaban de mí, que se hacían pasar por policías y nos decían que sabían donde estaba Yéremi...». La familia denunció ante la Guardia Civil estas bromas macabras y de pésimo gusto, que incluían montajes de Photoshop.
El niño, que hoy tendría 15 años, fue visto por última vez el 10 de marzo de 2007 y desde entonces la Guardia Civil no ha cesado en su búsqueda y en la de los posibles responsables de su desaparición.
«Se han desplazado especialistas de la Unidad Central Operativa (UCO) y del equipo Central de Inspecciones Oculares (que acuden en temas de catástrofes). Nunca hemos cesado en la búsqueda de Yéremi Vargas. No es un caso cerrado», aseguraban ayer desde la Guardia Civil.
«No descartamos ninguna hipótesis», añadían. Y es que cabe recordar que en su día los investigadores pusieron el foco sobre posibles agresores sexuales; en noviembre de 2013, se conoció que el instituto armado indagaba sobre tres pederastas escoceses, dos de ellos en la cárcel en su país, por si tuvieran alguna relación con la desaparición.
Los agentes se desplazaron en octubre de ese año a Escocia para tomar declaración a los tres investigados, que guardaron silencio respecto a la desaparición del niño cuando jugaba con sus primos en un solar. Los tres se encontraban en Gran Canaria cuando desapareció el menor, por lo que la Guardia Civil, que manejó el móvil sexual como la hipótesis más probable, difundió la foto de dos de ellos. Según las fuentes, uno de los reclusos cumple cadena perpetua en una cárcel escocesa por homicidio y desaparición de una madre y agresión sexual al hijo de ésta, mientras que el otro preso también está condenado por agresiones a menores. El tercero, en libertad, ha sido investigado en varias ocasiones por el mismo delito.
Los tres estaban en marzo de 2007 en Gran Canaria y tenían relaciones de amistad y de trabajo en el barrio de Los Llanos, donde se ubicaba la vivienda familiar de Yéremi. De hecho, los dos encarcelados tenían una empresa de limpieza en la isla de nombre Rainbow Cleaning Service S.L.
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