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Hasta los 21 años nuestro cerebro no está maduro
El cuerpo se desarrolla más rápido que la mente. Los niños ya declaran en procesos de divorcio con 13 y con 14 asumen responsabilidades penales
Los 18 años es la edad que, de acuerdo con las leyes, se establece como la frontera de la madurez social. Al superar esta mayoría se nos tiene en cuenta a la hora de tomar decisiones que implican a los demás, pero ¿es real? Nuestro cuerpo puede estar completamente desarrollado, aun así, ¿lo está nuestro cerebro? En septiembre, el Consejo de Ministros aprobó la reforma del Código Penal que, además de tipificar nuevos delitos, introduce el término «madurez o desarrollo» a la hora de permitir el consentimiento sexual entre un menor y una persona que supera la mayoría de edad, ya que la modificación ha elevado la edad a partir de la cual un menor puede permitir tener relaciones sexuales, de 13 a 16. Y es que, como insisten los expertos, la madurez fisiológica siempre avanza más rápido que la emocional. «Hasta los 21 años los lóbulos frontales del cerebro no están completamente maduros», afirma Javier Urra, doctor en Psicología y ex Defensor del Menor. Esta parte del cerebro la clave para entender las reacciones de los adolescentes.
Se define como madurez la capacidad de asumir responsabilidades y compromisos. «A partir de los 12 los niños empiezan a comprometerse, a decidir, aunque es un proceso lento», apunta la psicóloga infantil y experta en adolescentes Mara Cuadrado. Puede llegar a ser tan lento que muchos alcanzan la madurez neuropsicológica a los treinta años, sobre todo los hombres cuyos cerebros, como apuntan los estudios del neurocientífico Jay Giedd, siguen evolucionando hasta alcanzar esta edad, al contrario que las mujeres. Y es que es un hecho que ellas desarrollan sus emociones antes que ellos, «es un aspecto biológico», insiste la experta. A los menores se les empieza a tener en cuenta a una edad muy temprana. Por ejemplo, a los 13 años ya se les escucha en procesos de divorcio, aunque «a esa edad siguen siendo muy impulsivos, les puede la presión del grupo», apuntan tanto la experta como Urra. «Durante la adolescencia, en sólo un año pueden cambiar mucho», añade el último. Y es que durante los cinco o seis años que dura la pubertad los cambios hormonales y emotivos se aceleran. Por eso, a partir de los 14 empiezan a asumir responsabilidades como las de carácter penal. «Es bueno porque los educa», comenta Cuadrado. Sin embargo, el gran salto se produce dos años más tarde. La transformación al alcanzar los 16 es evidente, de ahí que los especialistas aplaudan la medida del Ejecutivo de elevar la edad de consentimiento sexual. Con todo, muy pronto, con el inicio de la pubertad, el adolescente puede tener relaciones sexuales si sólo nos fijamos en su desarrollo biológico, pero la sexualidad precoz puede acarrear problemas físicos y psicológicos en los jóvenes. «La brevedad de estas relaciones ocasionales suele generar mayor sufrimiento psicológico, desconfianza y pérdida de autoestima al haber sacrificado valores personales por algo pasajero», asegura Jokin de Irala, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra. Él es el investigador principal del Proyecto Educación de la Afectividad y Sexualidad Humana del Instituto Cultura y Sociedad, que estudia los procesos sexuales por los que pasan los adolescentes. Los últimos datos con los que trabaja contrastan, incluso, con la idea asentada de que el adolescente está preparado biológicamente para tener relaciones sexuales: «Se sabe que la adolescente no produce en su secreción cervical las sustancias bactericidad y viricidas (lisozimas) que produce una mujer adulta. Estas niñas no estarían protegidas de las infecciones asociadas a las relaciones sexuales».
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