Opinión
Envejecer en soledad
"No estamos preparados para el abandono ni para el desamparo porque es inhumano y nadie lo merece"
Parece que en esta época del año la gente se acuerda más de quienes tienen hambre, y se organizan campañas de recogida de alimentos, cuando lo cierto es que la necesidad de comer acucia todo el año a miles de personas que buscan alimento en instituciones que trabajan duro para llenar un poco los estómagos indigentes, pero también hay una lacra en nuestra sociedad que es la soledad de los viejos. Y no me pidan eufemismos tipo «los más mayores», «gentes de la tercera edad», «añosos », porque decir anciano no es un insulto, si bien a nadie le gusta oírlo, lo sabemos, y por eso, nos referimos a ellos de la forma más delicada posible por delicadeza y también por el cariño y el amor que nos despiertan quienes han cumplido ya mucho tiempo de vida.
Sin embargo, pese a esa sensibilidad que aflora ante un viejito, las instituciones se ocupan más de la protección del abejaruco, por poner un caso, que de quienes necesitan un amparo exquisito para que sus últimos años no sean miserables, para que no sean los grandes olvidados. Voluntarios van a pasar el día con quienes llegan a una edad provecta con una ausencia total de compañía y viven en condiciones tristes, no solo por falta de recursos y de salud sino también por su infinita soledad, por no tener a nadie con quien hablar, con quien compartir su tiempo, que se hace eterno en espera de que llegue el final, que muchos desean con ansia porque la vida se les hace eterna. Se nos enseña al nacer a andar, a hablar, a crecer, a defendernos solos por la vida, a ganárnosla con honestidad, pero nadie nos enseña a envejecer, a asumir la decrepitud y convivir con ella, pero, sobre todo y por encima de todo, no estamos preparados para el abandono ni para el desamparo porque es inhumano y nadie lo merece. Propondría un Ministerio de la Vejez y atajar las miserias de la edad, que ningún partido considera. Será que no vende, que no suma votos.
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