Tiembla la isla
Cumbre Vieja sacude La Palma
Vivir en Canarias es hablar a lomos de un volcán. El balance histórico es de 24 víctimas mortales en 16 erupciones
Después de más de un millar de pequeños seísmos que sacudieron la «isla bonita» a lo largo de la última semana, la lava se abrió paso en al isla canaria de La Palma. Eran las 15:12 minutos (hora local) cuando el volcán de Cumbre Vieja iniciaba su erupción en la zona conocida como Montaña Rajada, escupiendo magma por 7 bocas que se convertiría en lenguas de fuego arrasando todo lo que encontraban a su paso. Las primeras consecuencias fueron pequeños incendios en al zona de monte más cercana pero el peligro para las personas, animales, viviendas, negocios y fincas plataneras era tan evidente que obligó al Gobierno canario a cambiar al nivel 2 de alerta y emitir el «semáforo rojo». A las personas con movilidad reducida y los vecinos más cercanos se fueron sumando un total de 5.000 aunque la previsión era la evacuación de 10.000 personas de Los Llanos, Mazo, El Paso, Tazacorte y Puerto Naos. Al menos 8 viviendas han sido afectadas.
El año 2021 ya se ha unido a la serie de fechas grabadas en letras de lava en la historia de La Palma 1492, 1585, 1646, 1677, 1678, 1712, 1949, 1971. En cada uno de esos años se produjo una erupción volcánica en la isla. Pero nunca antes se había podido prever con tanta relativa exactitud el brote del magma y, sobre todo, nunca antes se pudo retransmitir en directo la salida de cenizas, piroclastos y lava por las fisuras del suelo de Cumbre Vieja.
En términos geológicos puede decirse que la actividad volcánica es un fenómeno «habitual» para esta isla joven de cerca de dos millones de años de historia (una de las de más reciente formación en todo el archipiélago) nacida precisamente como resultado de la erupción de un volcán submarino a 4.000 metros bajo el nivel del mar. La juventud es sinónimo de efervescencia prácticamente en todos los registros de la vida. En geología tener 2 millones de años es ser muy joven.
La historia volcánica de Canarias es a la vez responsable de su aspecto físico. La historia de explosiones y formaciones geológicas sucesivas ha generado un sutil juego de equilibrios subterráneo en el que todo parece interconectado. Son muchos los datos que apuntan a la existencia de una relación invisible entre la actividad volcánica de La Palma y El Hierro, por ejemplo, en una suerte de alternancia «on-of» en la que la actividad de una dilata el riesgo de erupción de la otra. En este momento de la historia, es obvio que la que está «on» es La Palma: 7 de las 16 erupciones registrada desde que hay constancia documental en el archipiélago se han producido aquí.
Por fortuna, la configuración geofísica de la isla y la distribución histórica del material en la corteza terrestre bajo su suelo, parecen favorecer una tipología eruptiva poco explosiva. Lo más habitual es el modelo de erupción fisural de carácter estromboliano. Es decir, la eyección de material magmático a partir de fisuras producidas por la presión interna de manera más o menos continua, que se produce con cierta alternancia entre periodos de emisión y de reposo. Estas erupciones generan columnas de material, humo y cenizas pequeñas, no suelen superar los 10 kilómetros de altura (la mayoría se queda en 3 o 4) Nada que ver con las gigantescas explosiones de las erupciones de tipo vulcaniano y pliniano capaces de arrojar restos a 50 kilómetros de altura.
Vivir en Canarias es habitar a lomos de un volcán, sí. Pero suele reconocerse que el vulcanismo de las islas no es especialmente dañino. El balance histórico es de 24 víctimas mortales entre las 16 erupciones documentadas. Sin embargo, los daños materiales pueden ser enormes. En la década de los 90 se publicaron algunos estudios sobre la posible formación bajo el suelo de La Palma de condiciones apropiadas para una gran erupción destructiva. La porosidad de las formaciones rocosas y la intrusión de grandes cantidades de agua podrían generar una caldera a presión de vapor pujante buscando una salida repentina. El estallido, según ciertas tesis, podría provocar el colapso de parte de la estructura de las cumbres y su vertido repentino al mar provocando un gigantesco tsunami. La nueva crisis de Cumbre Vieja avala la idea de un vulcanismo fisural de relativamente baja actividad energética y que ha seguido la evolución vaticinada por los vulcanólogos en las últimas semanas a pesar de que a última hora de la tarde de ayer aún existía cierto grado de incertidumbre en la evolución real del fenómeno. Sin embargo, según declararon fuentes oficiales del Instituto Volcanológico de Canarias, la resolución de la crisis se ha producido algo antes de lo previsto y en una zona de la isla que no era la que se esperaba sufriera el primer azote.
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