El comienzo del fin
Una universidad de EE UU sitúa a España en la recta final de la pandemia
El IHME de Seattle prevé un frenazo de ingresos y muertes en los próximos tres meses
La pandemia de Covid-19 empieza a tocar fin en España. Al menos, no está previsto que golpee ya ni siquiera con la mitad de fuerza con la que lo ha hecho en las sucesivas olas desencadenadas desde su eclosión, en marzo de 2020. Las optimistas perspectivas que se dibujan en el horizonte a corto plazo han sido ya esbozadas por varios especialistas, pero acaba de corroborarlas el Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME), el mismo organismo que hace apenas unos meses acertó al predecir con mucha antelación la dura factura que pasarían la segunda y la tercera gran embestida del virus en términos de contagios, ingresos hospitalarios y fallecimientos.
Las proyecciones de este prestigioso centro investigador de la Universidad de Washington, en Seattle (EE UU), creado por la Fundación Bill y Melinda Gates, han girado 180 grados desde el último tercio del pasado año, cuando presagiaba los negros nubarrones que al final terminaron llegando a España. Ahora prevé una estabilización importante del número de fallecimientos e, incluso, un acusado descenso de ingresos de infectados tanto en las plantas de los hospitales como en las unidades de cuidados intensivos (UCI).
No obstante, el organismo no descarta, en el peor de los escenarios, un súbito incremento de la cifra de contagios, pero no llevaría a los afectados a saturar los centros sanitarios, que verán reducida de forma notable su tasa de ocupación, lo que puede interpretarse en el sentido de que el virus seguirá golpeando a la población no vacunada, que es la de menor edad, pero no a la más mayor, que es la que copa los ingresos en los hospitales y en las UCI por el efecto de la Covid-19.
El IHME parte de la base de que España contabiliza a día de hoy más de 125.300 muertes por esta enfermedad, una cifra que supera en 45.000 a la que contabiliza el Gobierno en sus estadísticas oficiales –España se encamina a las 80.000 defunciones, según los datos del Ministerio de Sanidad– pero que coincide mas o menos con la contemplada como exceso de mortalidad por parte del Instituto Nacional de Estadística (INE). De aquí al próximo 1 de septiembre, el número de fallecimientos se elevaría en el peor de los casos hasta alrededor de 131.600, aunque el escenario más normal es que apenas se superarán las 127.100 muertes para esa fecha, 1.800 más de las que se contabilizan ahora.
Hay que recordar que ha habido semanas en las que la cifra diaria de decesos superaba con creces los 300 y un día llegó a rozar incluso los 1.000 en la primera ola, por lo que 1.800 en más de tres meses supondría un frenazo importante en comparación.
De hecho, la tasa diaria de muertes experimentará una caída espectacular. Según el IHME, el pasado 2 de febrero se alcanzó el pico de la tercera ola, con 736. Hoy, la media alcanza las 53 y el próximo 1 de septiembre, en un escenario normal de contención del virus y una vez alcanzada la inmunidad de rebaño al haberse completado previsiblemente la pauta de vacunación en alrededor del 70% de la población española, la cifra podría caer por debajo de cinco, apunta.
El organismo investigador dibuja un escenario mucho más adverso que podría generarse por la falta total de medidas de distanciamiento social e, incluso, por la irrupción de variantes del virus que eludan la inmunidad natural o adquirida por los sueros, aunque no cita estas causas de forma expresa en sus proyecciones estadísticas.
Lejos del pico
En este caso, los fallecimientos sí subirían, pero hasta una hipotética cifra diaria de 131, muy alejada en cualquier caso de la registrada a principios de febrero. El instituto estadounidense cree además que en un escenario normal, los contagios diarios contabilizados a partir de pruebas de detección mantendrían su caída. En una proyección normal, apenas superarían los 2.000. En el peor de los casos, se dispararían hasta los 44.000, una cifra ligeramente inferior a la de febrero. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió en la tercera ola, en esta nueva hipotética acometida del virus SARS-CoV-2 o alguna de sus variantes la incidencia hospitalaria sería mínima, tanto en un escenario normal como en uno tremendamente adverso con multiplicación de las infecciones en todo el país. En concreto, el IHME anticipa que los hospitales apenas necesitarían 612 camas para atender a enfermos de Covid y alrededor de 111 de UCI para los que entren en estado crítico. Baste recordar que durante la primera ola hubo grandes hospitales en Madrid que atendieron a ese número de pacientes graves durante las jornadas más fatídicas.
La cifra que aporta ahora el IHME atañe al conjunto de los centros sanitarios del país, no a uno solo. A finales de enero, por ejemplo, los pacientes Covid graves atendieron en conjunto a casi 3.000 pacientes en estado crítico. La vacunación sería la principal causa de descongestión de los hospitales pese a una hipotética subida de los contagios, al estar protegida la población más vulnerable a los efectos del virus gracias a la administración de las vacunas. Según las estadísticas que recopilan semanalmente el Instituto de Salud Carlos III y la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RNVE), la utilización de recursos hospitalarios por parte de los menores de 40 años ha sido mínima en el último año en comparación con los que superan esa edad. Por ejemplo, se contabilizan 12.891 ingresos entre la población de 30 a 39 años. En la que tiene entre 80 y 89 los ingresos se multiplican por cuatro, y ascienden a 48.425.