Todo el mundo ha dado vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño en alguna ocasión por pensar una y otra vez en un problema o en un momento concreto en el trabajo. Pero ese darle vueltas a las cosas, ese «rumiaje», no es inocuo. Está detrás del 40% de los problemas de ansiedad de la población española y del 30% de los de depresión.

Esta es una de las principales conclusiones del estudio «Comprender o rumiar nuestras emociones. Análisis de las estrategias silenciosas que nos acercan o apartan del bienestar emocional», un informe elaborado por el seguro de salud de Línea Directa en colaboración con la Facultad de Salud de la Universidad Camilo José Cela (UCJC) a partir de 1.700 encuestas realizadas en España.

La predisposición biológica y las experiencias vividas explican, en cierta medida, la aparición de los problemas de salud mental, pero lo que explica el mantenimiento o empeoramiento de las dolencias mentales son las estrategias que se utilizan para regular lo que se siente.

En este sentido, la rumiación es la principal estrategia silenciosa que aleja a la población española del bienestar.

En España, rumiar las emociones es el principal indicativo de la ansiedad y la depresión. Según el informe, el 40% de las personas encuestadas afirma haber sufrido problemas de salud mental; algo muy común entre los jóvenes, con un preocupante 54% de chicos de 18 a 29 años que admite haber atravesado este tipo de problemas.

Sin embargo, existen estrategias de regulación emocional que acercan a las personas al bienestar y que previenen la ansiedad y la depresión. Estas se basan en identificar las emociones, comprenderlas y reevaluarlas. Estas habilidades se pueden entrenar y mejorar, tanto en contexto clínico como en el educativo.

Tristeza, pérdida de placer, de energía, dificultad para concentrarse y pensamientos suicidas son algunos de los síntomas de la depresión, una de las enfermedades mentales más frecuentes, con tasas de prevalencia del 7,2% en mujeres frente al 3,2% en hombres en España. Sin embargo, el trastorno depresivo está infradiagnosticado. Tan solo el 58% de las personas que lo sufren acuden a consulta de atención primaria o especializada y un 55% de quienes lo sufren de forma leve no son diagnosticadas en primaria.