Estudio
La exposición prolongada a la contaminación aumenta el riesgo de formación de coágulos sanguíneos
Un estudio observacional detecta que las personas expuestas a una mala calidad del aire a largo plazo tiene un mayor riesgo de desarrollar coágulos sanguíneos en las venas profundas que llevan la sangre al corazón
Un estudio ha descubierto que una mayor exposición a la contaminación del aire a largo plazo estaba relacionada con mayores riesgos de coágulos sanguíneos que pueden ocurrir en las venas profundas, que, si no se tratan, pueden bloquear el flujo sanguíneo y causar complicaciones graves, incluso la muerte.
Estos hallazgos provienen de un estudio observaciones financiado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) que incluyó a 6.651 adultos estadounidenses a los que se les hizo un seguimiento durante un promedio de 17 años entre 2000 y 2018. Los participantes vivían en o cerca de una de las seis principales áreas metropolitanas: Nueva York, Baltimore, Chicago, Los Ángeles, Minneapolis y Winston-Salem, Carolina del Norte.
A lo largo del estudio, 248 adultos, el 3,7% de la muestra, desarrollaron coágulos de sangre en venas profundas que requirieron atención hospitalaria. La probabilidad de este resultado se relacionó con un riesgo que iba desde un 39% hasta un aumento de más del doble en función de la exposición a largo plazo a tres tipos diferentes de contaminantes del aire.
Los coágulos de sangre en las venas profundas, conocidos como tromboembolia venosa (TEV), incluyen la trombosis venosa profunda, que ocurre cuando se forma un coágulo de sangre en una vena profunda de las piernas, los brazos o un órgano interno, y la embolia pulmonar, que sucede cuando un coágulo de sangre se desprende de una vena profunda y viaja a los pulmones.
La exposición a la contaminación del aire, que puede generar inflamación y contribuir a la coagulación sanguínea, se ha asociado desde hace mucho tiempo con enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Si bien investigaciones anteriores también han sugerido un vínculo con la TEV, este es el estudio estadounidense más amplio y completo que informa esa asociación con tres tipos diferentes de contaminantes del aire.
En concreto, el estudio incluía la exposición a partículas diminutas de contaminación del aire iguales o menores a 2,5 nanómetros (PM 2,5), que pueden inhalarse de una variedad de fuentes, incluido el humo de las centrales eléctricas que queman carbón, los incendios forestales y los escapes de los vehículos de motor.
Los participantes con una mayor exposición general a este tipo de contaminación del aire tenían un riesgo asociado de TEV un 39% mayor en comparación con las personas expuestas a niveles más bajos.
A su vez, las personas con mayor exposición a óxidos de nitrógeno y dióxido de nitrógeno, contaminantes que se encuentran con mayor frecuencia en los escapes de los vehículos, tenían un riesgo respectivo de entre el 121% y el 174% mayor.
Para llegar a estos hallazgos, los investigadores analizaron la relación entre los pacientes hospitalizados por TEV y los niveles de contaminación del aire recopilados a través de un extenso monitoreo quincenal a nivel comunitario, incluidas muestras tomadas de los hogares de los participantes.
Después compararon a los que tenían los niveles de exposición más altos (el 75% superior) con los que tenían la exposición más baja (el 25% inferior).
También realizaron múltiples análisis para controlar las variables asociadas con la TEV, como la edad, la exposición al tabaco y las afecciones respiratorias y de salud subyacentes.
La TEV afecta a hasta 900.000 estadounidenses cada año. Muchos casos se producen después de una cirugía, pero otros factores, como la edad, los largos períodos de inactividad, las enfermedades cardíacas, el embarazo y la genética, pueden aumentar los riesgos.
La investigación, que forma parte del Estudio Multiétnico de la Aterosclerosis, fue financiada por contratos y subvenciones del Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre y el Centro Nacional para el Avance de las Ciencias Traslacionales de los NIH, y la Agencia de Protección Ambiental.
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