Opinión
Comprar un ser humano en el año 2023
Carmen Montón es embajadora Observadora Permanente de España ante la OEA y la OPS, y ex ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social
Comprar un ser humano como un bien de consumo es algo que ha sucedido por siglos en nuestro planeta, y que tuvo un funesto capítulo en la historia reciente con la trata transatlántica. En el libro de E. Williams, «Capitalismo y esclavitud», como su propio título indica, correlaciona la causa y el efecto.
Ahora, aunque de otro modo, también se compran personas (bebes). Eso sí, parece todo mucho «más civilizado». Se compran seres humanos, bebes por encargo, empleando a mujeres como incubadoras. Por supuesto, las que son utilizadas como procreadoras son mujeres en situación de vulnerabilidad y/o con necesidades económicas, cuando no pobres. Esto no es un hecho accidental, el capitalismo patriarcal y machista ha propiciado los vientres de alquiler; un nuevo obstáculo más para la emancipación de las mujeres. Un hecho que se cataloga como violencia y que atenta la dignidad y los derechos humanos de las mujeres. «El Cuento de la Criada», de Margaret Atwood, nos da una buena reflexión con base en la crítica social y el respeto a los derechos de las mujeres.
Pero más allá de la literatura y las reflexiones teóricas, lo cierto es que tras la pandemia en el mundo se ha retrocedido en los niveles de desarrollo y han aumentado los de pobreza. Esto es terreno abonado para la explotación. Explotación de todo tipo, laboral, pero, no solo, también sexual, con la prostitución y la pornografía de la mano de la trata de mujeres y niñas por la migración forzada. Y la explotación reproductiva.
Los vientres de alquiler son una forma de comprar bebes alumbrados por mujeres en situación vulnerable socioeconómica por parejas ricas. Tiene un obvio sesgo de discriminación y un gradiente de poder radicado en el factor económico. Y yo digo no. Los cuerpos de las mujeres y sus hijos no se pueden comprar como mercancía.
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