Conflictos religiosos
La compleja labor diplomática del Vaticano
La agenda del Papa multiplica su apoyo internacional a los cristianos perseguidos
No son sólo palabras. También acciones. El Papa Francisco ha aumentado estos meses los mensajes, menciones y recuerdos a los cristianos perseguidos de Medio Oriente, la mayoría huidos de sus ciudades y que se han visto obligados a esconderse en campos de refugiados que triplican su capacidad. Pero la denuncia y la lucha de la Iglesia por ellos y por otras minorías religiosas que son atacadas y están avocadas a la extinción, va mucho más allá. La Santa Sede desarrolla una compleja y extensa labor diplomática en todo el mundo –también en estos países–, que busca frenar los conflictos y salvaguardar a la población. En Irak, su cabeza más visible es el nuncio apostólico Giorgio Lingua.
El Pontífice argentino aseguró el pasado 24 de noviembre en el avión que le llevó de regreso a Roma después de su intervención en el Consejo de Europa y en el Parlamento Europeo de Estrasburgo, que estaría dispuesto a dialogar con los representantes del Estado Islámico. «Yo nunca doy por perdida ninguna cosa, nunca. Tal vez no se pueda tener un diálogo... pero nunca cierro una puerta. Es difícil –añadió–, podría decirse que casi imposible, pero la puerta está siempre abierta».
Precisamente fue en el principal órgano Europa donde Francisco quiso lanzar un duro mensaje a los representantes de los gobiernos. «Contra el terrorismo se debe luchar, pero se debe contar con el consenso internacional. Ningún país tiene el derecho por su cuenta de detener a un agresor injusto», repitió de nuevo después de haber expresado lo mismo hacía algunos meses a su regreso del viaje a Corea el pasado agosto.
No obstante, las denuncias del Vaticano sobre el terrorismo, en especial del que realiza el llamado Estado Islámico, no son nuevas. El Observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, el arzobispo Silvano Tomasi, ha instado en varias ocasiones a la comunidad internacional a prestar asistencia humanitaria y protección militar y política para los cristianos perseguidos. «Esperamos que la voz que está surgiendo desde las diferentes comunidades cristianas y religiosas, de los musulmanes moderados, de las personas de buena voluntad en todo el mundo, pueda encontrar la respuesta de ayuda humanitaria precisa para los cristianos en el norte de Irak, así como protección militar y política eficaz», dijo Tomasi.
La situación de indefensión de los cristianos de Irak y Siria, y de las demás minorías religiosas es cada día más grave. El cardenal Fernando Filoni, actual responsable de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y antiguo nuncio en Jordania e Irak, de 2011 a 2006, fue enviado por el Papa Francisco a visitar el país a finales del mes de agosto. Su objetivo: llevar a los perseguidos una ayuda de un millón de dólares, esperanza, aliento y reunirse con autoridades del país. Entre las autoridades locales figuraron Masoud Barzani, presidente del Kurdistán iraquí y el presidente de Irak, Fuad Masum, a quienes entregó sendas cartas del Pontífice. En cada reunión estuvo acompañado por el patriarca caldeo Louis Raphael Sako, el arzobispo siro-católico de Mosul, Youhanna Moshe, y el nuncio, Giorgio Lingua, así como por otras autoridades civiles y religiosas.
Las «conversaciones» entre la Santa Sede y los países de Medio Oriente no quedaron ahí. La Secretaría de Estado del Vaticano, encargada de las relaciones diplomáticas a través de las nunciaturas en cada país, trabaja cada día para paliar la situación de los desplazados. De hecho, tras el viaje del enviado especial del Papa, en la oficina de la ONU se promovió una sesión extraordinaria de los Derechos Humanos del Consejo para discutir la situación de los cristianos y de las minorías religiosas en Irak.
Sin duda, uno de los encuentros más importantes a este respecto tuvo lugar del 2 al 4 de octubre pasados en el Vaticano, con una reunión de todos los nuncios apostólicos de Medio Oriente, los superiores de la Curia Romana y el Papa Francisco. En él se analizó la crisis, sus consecuencias y se observaron posibles medidas a tomar a través de la diplomacia vaticana.
Se prevén nuevas iniciativas y denuncias de la situación por parte del Vaticano en los próximos meses. El Papa no cejará en alertar y denunciar la situación y los diplomáticos de la Santa Sede continuarán trabajando para que termine el infierno que viven en estos momentos los cristianos perseguidos.
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