Nada peor que renegar de las raíces de una. Tal como hace la menuda y estilosa Maya que protagoniza este filme.

Nada peor que renegar de las raíces de una. Tal como hace la menuda y estilosa Maya que protagoniza este filme: nacida en Marruecos, viaja a París para triunfar en el proceloso mundo de la moda (atiborrado, of course, de tiránicos, afeminados diseñadores y huesudas arpías dispuestas a degollarte por tu puesto de trabajo, recuerden aquella divertida película de una feroz Meryl Streep). De eso hace diez largos años, los mismos que la chica no visita a su familia. O puede que exista algo más grave que lo antes dicho: olvidarte de renovar el permiso de residencia y, de un día para otro, verte de regreso en casa con tus carísimos zapatos de Louis Vuitton, eso sí, pero rodeada de felices vendedores ambulantes, cabras y cariñosos parientes que hace tanto tiempo no veías. A vueltas, pero de manera suave, con la política de inmigración europea, tiene gracia la comedia de Reem Kherici aun cuando el final sea absolutamente previsible y todo bicho viviente acabe comiendo perdices. Asadas en mantequilla o con un rico cuscús, pero perdices al fin y al cabo.