Historia
Los poemas heroicos europeos
La creación más extensa y hoy más perfectamente conocida son los «Nibelungos» gracias a la ópera de Wagner. El origen de este cantar legendario, procede, al parecer, de tradiciones antiquísimas de índole mitológica, escritos en el renacimiento medieval de los siglos XII y XIII
Todas las culturas que antes y después de la gran romanización de Europa occidental se establecen en sus territorios e inician la comunicación y la relación creando vínculos heroicos, han creado una poesía tradicional que celebra las hazañas de los antepasados, las victorias obtenidas para establecerse en territorios propios o las victorias y las luchas internas entre sí. La «Germania» de Tácito (siglo II) es quien primeramente da noticia sobre antiguos cánticos en forma de crónicas; o bien el historiador Jordanes en su obra «Getica» («El origen y las hazañas de los godos») refiere antiguas tradiciones y cantos («prisca carmina»); o bien elogios al valor de antepasados («maiorum laudes»), entonados en las provincias occidentales del Imperio romano por visigodos antes de entrar en combate. Los visigodos, según explica San Isidoro en su breve tratado «Institutionum disciplinae» (escrito alrededor del año 615), incita a los jóvenes a reverenciar a los antepasados con «carmina maiorum», cantos heroicos dedicados a dar gloria a sus hazañas guerreras. Esta línea originó una epopeya románica-cristiana en la que, como ha estudiado el sabio Martín de Riquer, surgió una importante literatura cristiana con «cantos» contra los musulmanes invasores, que abrió una fecunda literatura cuando la guerra se hizo de frontera y adquiere condición vital y de diferencia de religión, la epopeya románica medieval tuvo, pues, un acusado sentido cristiano.
Otro sector importante es el de los germanos extendidos por Islandia, Escandinavia, Inglaterra, Francia, España, Italia y Centroeuropa. Así, por ejemplo, ocurre con los ostrogodos, donde Teodorico el Grande, rey de los ostrogodos y conquistador de Italia, muerto en 526, aparece en el «Cantar de Hildebrando» escrito en alto alemán, a mediados del siglo VIII, donde se presenta un episodio sencillo pero lleno de dramatismo: un duelo-desafío entre el viejo Hildebrando, guerrero del ejército de Teodorico, y su hijo Hildebrando que forma en el ejército de Teodorico. La situación se presta a la emoción y el dramatismo y en las novelas de caballerías se repetirá con frecuencia. El poema escrito en alto alemán, como se ha dicho, encierra, además, un fondo de moral militar bien entendido la distinta función de Teodorico en su actitud germánica con Odracro, el primer saqueador de la Roma pontificia.
Los «Edda» son leyendas germánicas de muy notable variedad en Islandia y Escandinavia. En el siglo XIII el escritor islandés Snorri Sturlusson compuso un tratado mitológico llamado «Edda». Poesía nórdica donde expone la creación del mundo, posteriormente, metáforas poéticas usadas por los poetas y un panegírico del rey Hakon de Noruega. Este tipo de cantos recibió, en general, el nombre de «Edda» a un conjunto de composiciones nórdicas.
Las leyendas germánicas también se pusieron de manifiesto en la Inglaterra anglosajona, con el poema «Beowulf» con la que un rey histórico de los godos, que luchó en el siglo VI contra los francos, se convirtió en un personaje legendario al que se le atribuyeron grandes hazañas contra los daneses de la Suecia meridional. La leyenda de este rey llegó a la Inglaterra sajona, donde se escribió en torno al año 800; en el poema «Beowulf», en cuatro mil versos, se cuenta cómo este guerrero godo venció a Grendel, un hombre monstruoso que raptaba devorando inmisericorde a los guerreros daneses. Cuando fue coronado rey, muere heroicamente matando a un dragón que asolaba el país.
En el círculo escandinavo aparecieron infinitos poetas («escaldas») que escribieron narraciones en prosa de extensión casi siempre corta, como la «Saga de Teodorico», a mediados del siglo XIII. Pero la creación más extensa y hoy más perfectamente conocida son los «Nibelungos» gracias a la ópera de Wagner. El origen de este cantar legendario, procede, al parecer, de tradiciones antiquísimas de índole mitológica, escritos en el renacimiento medieval de los siglos XII y XIII. El héroe es Sigfrido. El autor del «Cantar de los Nibelungos» combinó diversas tradiciones, entre las que sobresale el patetismo de la venganza centrada en la figura femenina de Krimilda.
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