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El trípode

A las puertas de Damasco en la Historia

Es sorprendente que los rebeldes sirios aparezcan dotados de armamento suministrado por EE UU que oficialmente marca distancias con lo sucedido, mientras el ataque de Israel contra Hamás en Gaza y Hizbulá en Irán ha provocado que la república islámica iraní haya retirado su apoyo a Al Assad en Siria.

La brusca caída del régimen de Al Assad en Siria, que estaba al frente del partido socialista árabe Baaz como sucesor de su padre y gobernando durante 51 años ambos, abre interrogantes a los que acontecimientos que se suceden aceleradamente día tras día, van dando posibles respuestas. Apenas transcurridos tres de ellos desde la caída de la capital Damasco y el régimen baazista, parece claro que además de Al Assad, –acogido por razones «humanitarias» en Moscú por decisión de Putin– el gran perdedor de este conflicto es Rusia. Ya comentamos ayer que Siria ha sido el único régimen político importante derrotado, cuando parecía que la Primavera Árabe había acabado en 2012, y que la guerra civil comenzada en Siria entonces, no presagiaba un final vertiginoso como el producido en estos 11 días con una caída sucesiva de las principales ciudades del país, Alepo, Homs y Damasco. Es sorprendente que los rebeldes sirios aparezcan dotados de armamento suministrado por EE UU que oficialmente marca distancias con lo sucedido, mientras el ataque de Israel contra Hamás en Gaza y Hizbulá en Irán ha provocado que la república islámica iraní haya retirado su apoyo a Al Assad en Siria.

Rusia ha perdido el principal socio que tenía en la zona y se queda sin sus bases militares padeciendo una severa derrota geopolítica frente a EE UU. Otro claro vencedor de esta guerra es Erdogan, que ha jugado sus cartas junto a EE UU a favor de sus intereses en el norte de Siria. También Israel se alinea en el bando vencedor apuntando hacia los estratégicos Altos del Golán que son vitales para la seguridad de la población del norte del país. No puede descartarse que el escenario que se dibuja para el futuro sea el de una partición de facto, con el norte de Siria en manos de Turquía –miembro de la OTAN– y el sur en manos israelíes, estrecho aliado estadounidense. En suma, una gran derrota de Rusia frente a EEUU. La gran y dramática incógnita que se abre ahora es acerca de la minoría cristiana que es otra gran perdedora de esta guerra. De momento Al Assad ha pedido a Orban y Meloni que medien para que los rebeldes –con apoyo occidental– no masacren a los cristianos que huyen ante la amenaza islamista. El relato que recibimos en Occidente es el diseñado para justificar el final de un régimen y un Estado que era garante de la seguridad de los cristianos. A las puertas de Damasco cayó del caballo un Saulo de Tarso perseguidor de ellos y se levantó convertido en San Pablo el gran apóstol de los gentiles. No parece suceda ahora.