Sin Perdón
Pérez de los Cobos y la indignidad de Marlaska
«El ministro es un político implacable, soberbio, despótico y sectario»
Nunca imaginé que el magistrado Fernando Grande-Marlaska actuaría de una forma tan indigna y arbitraria cuando se convirtiera en ministro. En todo momento pensé que primaría la condición de jurista a la de converso al socialismo. Esto último quiero aclararlo. Cuando lo conocí tuve la clara impresión de que era próximo al PP e, incluso, aspiraba, legítimamente, a ser nombrado Fiscal General del Estado. Por cierto, contaba con el patronazgo de Mercedes Rajoy, aunque finalmente fue descartado. Los conversos siempre me resultan más inquietantes que los creyentes de toda la vida, porque necesitan hacer méritos. En el caso de Marlaska no consigo entender esa obcecación en impedir que el coronel Diego Pérez de los Cobos ascienda a general. En estos momentos tendría que ser general de división o teniente general, porque tiene todos los méritos, reconocidos por sus propios compañeros, para concluir su carrera con el rango más alto que puede alcanzar un guardia civil ejemplar como es él. No hago esta defensa porque seamos amigos. Le he saludado en alguna ocasión, como a tantos otros miembros de la Benemérita, que es una institución por la que siento una gran admiración.
Su caso me ha interesado mucho desde el primer momento, porque estamos ante un magistrado que transitoriamente es ministro y que decide actuar con un despotismo inaceptable en un funcionario público. Le cae mal el coronel Pérez de los Cobos y decide postergarlo de una forma tan indigna como inaceptable. No existen razones objetivas para su comportamiento, porque Marlaska ha olvidado que el Ministerio del Interior no es un feudo donde puede actuar como le de la gana. No tiene altura de miras y se comporta como un hombre pequeño que ocupa un cargo que le viene grande. Ahora me cuesta entender cómo llegó a la Audiencia Nacional si es capaz de actuar de una forma que solo merece el calificativo de miserable. He de reconocer que le tenía gran simpatía, pero me ha defraudado. Creía que compartíamos el respeto por la función pública y los principios de mérito y capacidad. Entendí que asumiera un compromiso político. Esperaba mucho del magistrado Marlaska y ahora veo que nada puedo esperar del ministro Marlaska. Es un político implacable, soberbio, despótico y sectario. Lo siento por él.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).
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