Sin Perdón
Óscar Puente, el gran jurista
«La mejor forma de detectar a un licenciado en Derecho pretencioso es cuando aduce que es un jurista»
He de reconocer que Sánchez acertó con Óscar Puente. No importaba la cartera, sino nombrarle ministro para que fuera el vocero del sanchismo. Es uno de esos personajes imprescindibles para los medios de comunicación, porque nos da titulares. Hay veces que me asombra su osadía al opinar de todo. Es algo que he comprobado con algún político o tertuliano que tiene opinión para todo. Nadie tiene un conocimiento enciclopédico, aunque escuchando a Puente quizá hemos encontrado a un sabio que hubiera podido formar parte del elenco de profesores de la película «Bola de Fuego» de Howard Hawks. Me complacen esas personas doctas en conocimientos inútiles a las que no les importa hacer el ridículo en público. No sé qué hándicap tendrá como golfista, pero cuando intenta hacerse pasar por jurista es divertido. Por cierto, estaba entrañable vestido de blanco. Era fácil imaginarlo en St Andrews acompañado de un lord y dispuesto a condecorar a la mejor vaca del lugar cuando finalizara ese momento de asueto.
Es tan vertiginosa su actividad y tan fructíferos sus resultados, como saben los usuarios de la red ferroviaria, que bien merece ocupar algo de su tiempo en mejorar el hándicap. Entre el golf, lanzar ataques a la oposición y los periodistas que le caen mal en las redes sociales, informarse con Wikipedia y ejercer de portavoz oficioso del sanchismo, es lógico que descuide el ministerio. No importa, para eso están los altos cargos y asesores que son los que tienen que trabajar. Otro aspecto positivo de Puente es que es un auténtico creyente del sanchismo. A diferencia de otros colegas suyos no es un converso. La mejor forma de detectar a un licenciado en Derecho pretencioso es cuando aduce que es un jurista. En cierta ocasión uno de ellos me decía que era un genio. Ni había publicado nada ni ganado ninguna oposición. Era, simplemente, un genio. En eso de los méritos es mejor que te lo reconozcan otros antes de hacerse un Puente. Le gusta descalificar, desde su atalaya del conocimiento infinito, a los magistrados del Tribunal Supremo que no saben lo que hacen. La imprudencia acostumbra a ser fruto de la ignorancia y la soberbia. No entiendo por qué tiene este comportamiento, pero supongo que se debe a que no soy tan listo y cualificado como él.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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