Canela fina
Ministerio de desburocratización
«Los agricultores denuncian los cien problemas que les acosan y, entre ellos, un “papeleo” excesivo, absurdo e innecesario»
Me ha interesado la respuesta de muchos de los agricultores que se manifestaron hace unas semanas cuando, al preguntarles sobre los problemas que padece el campo, han subrayado, entre otros, «el papeleo». La caravana de las trabas burocráticas les resulta en muchos casos insufrible.
En 1980 había en España 700.000 empleados públicos, a los que entonces se llamaba funcionarios. Hoy, en la cifra más favorable, superan los 3.500.000. Los partidos políticos, convertidos en agencias de colocación, han enchufado con tenaz entusiasmo a sus parientes, amiguetes y paniaguados en empleos públicos. Y aparte del costo, a cargo de los contribuyentes, de sus sueldos, seguridad social, vacaciones y jubilaciones, muchos de los más de dos millones de funcionarios innecesarios se han inventado, para justificar sus salarios, trámites burocráticos que se han extendido hasta la insoportable opresión. No sólo ha ocurrido eso en España, sino en buena parte de Europa e Iberoamérica. Margaret Thatcher denunció, incluso, la crecida burocrática en la administración de la UE.
Resulta además que el exceso de funcionarios no sólo no beneficia al contribuyente que paga a través de unos impuestos casi confiscatorios, sino que perjudica al multiplicar las trabas y los trámites burocráticos. Recuerdo muy bien que en Brasil, allá por los años setenta del siglo pasado, se creó un Ministerio de Desburocratización, al que se encargó el examen de todas las administraciones para eliminar las trabas innecesarias. Me sentaron en un almuerzo en Brasilia al lado del ministro de Desburocratización, que se lamentó de la dificultad de su gestión y del abrumador trabajo que suponía normalizar los trámites burocráticos.
Seguramente hay otras fórmulas. Corresponde al Ministerio de Presidencia ocuparse de aligerar la carga burocrática en las Administraciones central, autonómica, provincial y local. Los contribuyentes españoles están abrumados por el despilfarro económico que supone atender los gastos laborales de los empleados públicos innecesarios. Sería de ilusos, sin embargo, creer que los partidos se van a tomar en serio establecer una política burocrática liberadora. Por el contrario, lo probable es que se intensifique el número de empleados públicos hasta que se produzca una reacción popular frente al despropósito.
Bueno será, en todo caso, recordar desde los medios de comunicación la anomalía que carga no solo sobre las espaldas de los agricultores, también sobre las de todos los ciudadanos.
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