La situación

De mentiras y verdades

Mazón ya no tiene muchas esperanzas de volver desde la versión inicial que dio sobre dónde estaba el 29 de octubre a mediodía

Uno de los consejos más acertados que un experto en comunicación puede darle a un político es que haga todo lo posible por mentir poco. Y, si hace un esfuerzo, lo mejor es que, como regla general, diga la verdad. El sabio refranero nos advierte de que «las mentiras tienen las patas cortas». Un proverbio judío considera que «con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver». Y el poeta inglés, Alexander Pope, escribió que «quien dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más, para sostener la certeza de la primera».

Un ejemplo paradigmático de todo ello es la sucesión de embustes que Moncloa organizó a principios de 2020 (y que continúan hoy) sobre el pintoresco viaje a España de Delcy Rodríguez, vicepresidenta de Venezuela. El gobierno mintió en su primera versión, mintió en la docena de versiones siguientes, y aún hoy se está a la espera de que cuente la verdad.

Otro caso es el del presidente valenciano Carlos Mazón que, siguiendo al refrán antes referido, ya no tiene muchas esperanzas de volver desde la versión inicial que dio sobre dónde estaba el 29 de octubre a mediodía, cuando ya se conocían los primeros datos sobre los efectos de la dana.

La última versión es que almorzaba con una periodista, para ofrecerle la dirección del canal de televisión autonómico (la obsesión por controlar los medios públicos es transversal). Pero, antes de dar ese dato, hubo otros distintos. Se dijo que era una comida privada; luego, que era un almuerzo de trabajo; y, finalmente, en un giro imaginativo, se informó de que fue un almuerzo «privado de trabajo». A quien más ha perjudicado el enredo es al propio Mazón.

Es humanamente comprensible el agobio que debe sentir un político cuando la gestión de una catástrofe recae sobre sus hombros. Y el agobio puede derivar en errores comunicativos de bulto. Pero quien se presenta a las elecciones para alcanzar el oropel del poder debe asumir, también, que habrá días difíciles, en los que sus conciudadanos merecerán que se les diga la verdad. Lo llaman democracia.