Sin Perdón

Franco, al rescate de Sánchez

El próximo año se cumplen 50 años de su muerte. Por tanto, Sánchez ha organizado un auténtico festival con más de un centenar de actos, aunque pocos me parecen para conseguir que no hablemos de los problemas judiciales

No hay nada mejor que utilizar a Franco para poner en marcha la maquinaria de propaganda del sanchismo. El próximo año se cumplen 50 años de su muerte. Por tanto, Sánchez ha organizado un auténtico festival con más de un centenar de actos, aunque pocos me parecen para conseguir que no hablemos de los problemas judiciales de su familia, los escándalos de corrupción del PSOE, el asalto a las instituciones y las redes clientelares. Me gusta mucho cuando Sánchez adopta el papel de luchador antifranquista. He conocido muchos que coincidían en no haber hecho nada para acabar con el franquismo mientras vivió Franco. En algunos casos su esfuerzo se circunscribía al bar de la facultad. Los más entrañables son lo que vienen de familias franquistas o que se sintieron muy cómodas durante aquellos años. Están, también, los que decidieron abrazar la democracia en los últimos estertores de Franco. Hay otros que siempre he respetado y admirado, aunque no compartiera sus ideas, porque fueron coherentes y acabaron en la cárcel defendiendo, sin usar la violencia, aquello que creían.

Nunca olvidaré el día que Antonio Gutiérrez Díaz me explicó su experiencia en la cárcel Modelo de Barcelona. Su única preocupación es que le atendiera mi suegro para comprobar que no tenía ningún daño cerebral. Habían estudiado juntos la carrera de medicina y era un neurocirujano que acababa de regresar a Barcelona tras diez años en Chicago haciendo la especialidad. «El Guti» estaba esposado, desnudo y lleno de sangre. Era una persona de una gran calidad humana que siempre admiré. Hay muchos antifranquistas en la izquierda que utilizan el recuerdo de la dictadura por motivos estrictamente políticos. No quieren la concordia y un análisis riguroso de lo que se vivió en España y en Europa desde la Primera Guerra Mundial y el triunfo del comunismo en Rusia hasta el final de la Guerra Fría. Me siendo cómodo condenando cualquier tipo de totalitarismo y nadie en mi familia fue franquista. No tengo nada que hacerme perdonar y no necesito renunciar a mi padre, como le sucedía a un compañero catedrático que era comunista y el suyo había sido un alto cargo del régimen. A Sánchez solo le queda utilizar a Franco dentro de su estrategia de resistencia, pero no podrá esconder sus problemas judiciales y la corrupción.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).