Aunque moleste
Evitar la escalada
Europa vive un ambiente prebélico que recuerda al de guerras anteriores
Zelenski recibió ayer de España la mayor ayuda militar de nuestro país, por valor de 1.100 millones de euros, que se suman a los 300 millones anteriores. Cantidad relevante, aunque pequeña si se compara con los 18.600 de Alemania, los 9.220 del Reino Unido o los 5.650 de Francia, y no digamos con los últimos 60.000 millones de dólares de EE.UU. La OTAN ha contribuido en total con 400 mil millones de dólares desde el comienzo de una guerra en la que, pese al envío a Kiev de sistemas Javelin, Patriot, Leopard y Abrams, no acaba de decantarse a su favor. Razón que explica la presión para una mayor implicación de la OTAN en la contienda.
Zelenski «insta a los aliados a que no tengan miedo a una escalada», con el respaldo de Blinken (USA) y Stoltenberg (OTAN), amparando el derecho a usar misiles occidentales contra objetivos profundos en Rusia. Italia se niega a esta opción, y rechaza el envío de soldados al frente, pero no así Francia y Gran Bretaña, que dicen tener listas unidades para combatir a los rusos. Es el habitual gallinero europeo, en medio de un ambiente bélico que, en palabras del ministro checo Marin Dvorák ayer en la prensa española, «recuerda a la situación previa a la Segunda Guerra Mundial». Percepción en la que coincide el húngaro Orban, para quien Europa se está preparando para la guerra contra Rusia, razón por la que Hungría va a rebajar su papel en la OTAN.
En este escenario, surgen voces para forzar ya a una negoción real que evite la escalada y ponga fin al conflicto, entre ellas la del ex presidente Zapatero, que se suma a las de Lula, Jürgen Habermas y Donald Trump.
No parece que la solución vaya a venir por la Conferencia que se celebrará en Suiza en junio. Irán 160 países, pero sin Rusia y una baja representación de China. Darán apoyo al «plan Zelenski»: reinstauración de la territorialidad completa de Ucrania, retirada total de Rusia incluso de Crimea, y pago de reparaciones de guerra por parte de Moscú. Putin considera el encuentro una «farsa» abocada al fracaso.
La realidad es que la guerra no va bien para Ucrania: continúa cediendo terreno, grandes cifras de bajas, dificultades de reclutamiento y riesgo de «colapso demográfico». Dice el general polaco Skrzypczak que «tienen escasez de soldados entrenados». Según el oficial Instituto de Demografía de Ucrania, la población del país (fronteras de 1991) en 2023, había descendido de 42 a 35 millones, pues la ACNUR computaba 6,5 millones de refugiados ucranianos. Tomando en cuenta la actual situación en el frente, a esos 35 millones habría que restar dos millones en Crimea; seis del Donbás; un millón de Jerson y 1,7 de Zaporiya. Diez millones en total, por lo que la población real de Ucrania sería hoy de 25 millones, cuando con la URSS era de 51. Rumanía dice que unos 11.000 ucranianos han cruzado su frontera irregularmente. La agencia oficial «Ukrinform» cuenta que 450 grupos dedicados a la salida clandestina de jóvenes han sido desmantelados. Unas 120 personas son detenidas en sus pasos fronterizos cada día. Kiev recibe armas modernas, pero sin personal para usarlas. O lo hace la OTAN o servirán de poco.
Escalada o negociación. Es el dilema.
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