Editorial
Un escudo social lleno de «trampas»
El presidente debió aclarar cuáles son ayudas directas y cuáles indirectas, y que especificara que la mayoría de los fondos aprobados son créditos que se tendrán que devolver y moratorias que al final se acabarán pagando
La larga sombra de la pandemia volvió a provocar escalofríos en millones de españoles cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, volvió a poner cara de pandemia y a relatar con gesto severo el nuevo despliegue del escudo social de su Ejecutivo tras el paso destructivo de la DANA.
En el largo listado de medidas que el presidente incluyó en su plan de emergencia, con cifras al peso y medidas concatenadas, se echó algo de menos: que alguien aclarara cuáles son ayudas directas y cuáles indirectas, y que se especificara que la mayoría de los fondos aprobados son créditos que se tendrán que devolver y moratorias que al final se acabarán pagando.
Más de un tercio de los 14.373 millones en ayudas anunciados están asociados a créditos de entidades financieras –hasta 5.000 millones–; 3.500 millones son aportados por el Consorcio de Compensación de Seguros y los aplazamientos fiscales suman otros 600, lo que confirma que más de dos tercios de las ayudas no las aportará el Estado. Sánchez evitó hacer referencia alguna a la necesidad de vincular estas ayudas a los Presupuestos Generales de 2025. Ya se encarga de ello la titular de Hacienda, María Jesús Montero, que insiste allí donde le preguntan que es indispensable la necesidad de unas Cuentas para llevar a cabo este plan y que le parece impropio llamar a eso chantaje.
Un apunte final. En su comparecencia, el presidente volvió a dar la impresión de que todo el que se hubiera visto damnificado por la DANA iba a recibir los parabienes del Estado. Dio datos, puso medidas en la mesa y destacó lo que ya se ha hecho y lo que se hará. Pero un detalle vital y muy ilustrativo dejó en evidencia su discurso: apenas media palabra de aliento y empatía para las víctimas y las familias que han perdido a sus seres queridos o los tienen desaparecidos desde aquel infausto día.
Si decide personalizar en su figura los acuerdos sellados en el Consejo de Ministros ante las cámaras, también debe asumir que el máximo representante político del país ha de reconocer y de tratar con respeto y cariño a cada uno de los ciudadanos a los que promete servir, y con más razón y ahínco a los que se perdieron en la tragedia. Está muy bien aprobar reales decretos, ayudas directas, indirectas, préstamos ICO, prestaciones de cese de actividad, exenciones, aplazamientos, moratorias y demás parafernalia jurídica. Pero también hay que bajar a la calle, al mundo real, a pie de barro y recordar que en España, pese a empeñarse continuamente en prostituirlo, todos somos iguales ante la Ley y, una vez él salga de La Moncloa, también.
Para sellar su actuación, Sánchez pidió recuperar el espíritu de la pandemia y salir a las terrazas a aplaudir a voluntarios y funcionarios que trabajan a pie de calle. Pocos lo harán por él.