Podemos
Podemos y la más vieja de las políticas
La destitución fulminante de Sergio Pascual, mano derecha de Íñigo Errejón, como secretario de Organización de Podemos, por parte de Pablo Iglesias, y la asunción por éste del control territorial del partido, junto con el político que ya tenía, ha sido un manotazo autoritario del líder contra toda disidencia y atisbo de democracia interna en el partido morado. Con la salida de Pascual y con las precedentes 80 dimisiones de los denominados «errejonistas» como fruto de las fricciones en distintas federaciones, se atisba un escenario incontestable de fractura y represión por mucho que la cúpula populista lo intentara ayer minimizar. Hay dos bandos enfrentados debido a una contestación al rodillo estratégico impuesto por Pablo Iglesias. Como marca la tradición comunista, la respuesta de éste ha sido la purga de las voces opositoras y la implantación del pensamiento único a todos los círculos o, mejor dicho, los sóviets. En este sentido, la carta de Pablo Iglesias a la militancia con la que justificaba su particular noche de cuchillos largos fue concluyente: no existirán en Podemos «corrientes ni facciones». O, lo que es igual, ordeno y mando. La conclusión es que la denominada «nueva política» es demasiado vieja y extraña a conductas democráticas, y que quien pretenda entenderse con ella debe saber a qué atenerse.
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