El buen salvaje
Decir América es de fachas, diga Abya Yala
Luego se asustan de que un señor con motosierra gane las elecciones en Argentina, y digo más, que lo invite Ayuso. Pues me está gustando la fruta
Puestos a hacer el ridículo que sea lo grande, un desayuno continental de estupideces que nos haga sentir hasta el último trozo de pan lo tonto que se puede llegar a ser. No hay límites para eso. Como disciplina olímpica se superaría con creces cada cuatro años, tanto que se haría complicado consensuar un récord.
Me refiero a la guerra de la descolonización de los museos españoles, esa embestida que no ha hecho más que empezar. Nos esperan día de esplendor en la hierba, de la gloria en las nubes, como en el poema cursi de Wordsworth. La cursilería es el motor de este movimiento de «buena voluntad» que lleva veneno en los dientes.
No hay que esperar. Mañana se presenta en el Museo Thyssen una exposición sobre la huella colonial en los cuadros de la pinacoteca, todo muy «avant la lettre», indios, negros, toda esa huella racial explicada adecuadamente con otra «perspectiva», que se dice.
Al museo, sin embargo, no le pareció bien restituir un Pisarro que fue expoliado por los nazis a sus propietarios ni incluye en la muestra descolonizadora el famoso «Mata Múa» de Gauguin, que secuestró la baronesa en Andorra, en el que, como recordarán, el pintor recrea a dos mujeres, una de ellas tocando la flauta, en un paisaje de Tahití. Gauguin, un burgués asqueado, abandonó a su familia en Europa y se casó con una indígena de trece años y, más tarde, con otra de catorce con la que tuvo dos hijos. ¡Y no ha sido cancelado! Ningún cartel nos lo recuerda. O sea, vamos a descolonizar, diría el director del museo, que para pasmo fue en las listas de Sumar, pero solo un poquito para que el ministro de Cultura se quede contento.
Descubrimos que, puestos a seguir las directrices del alto mando, los directores de museo, quién lo diría, actúan como soldados con fusil acrílico, y aceptan con el mismo buen agrado tanto la mierda de artista como la reescritura de la nueva izquierda. Hete aquí que el del museo de Antropología permite o alienta que el término «Abya Yala», popularizado y querido por el indigenismo de los años setenta y ahora por el bolivariano, sea equivalente a América. Sí, habría que decir Estados Unidos de Abya Yala o Abya Yala del Sur. Américo Vespucio fue un criminal y no merece que el continente todo lleve el nombre de un sinvergüenza. Se empieza cambiando una calle y se acaba resignificando la mitad del mundo. Y luego se asustan de que un señor con motosierra gane las elecciones en Argentina, y digo más, que lo invite Ayuso. Pues me está gustando la fruta.
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