El canto del cuco
La consagración del sanchismo
Con estilo autocrático el sanchismo deja poco lugar a la disidencia ni a la crítica interna
El 41º Congreso Federal del PSOE, que tendrá lugar este fin de semana en Sevilla, ofrecerá un respaldo incondicional a Pedro Sánchez cuando pasa por mayores dificultades, acosado por la crítica y con graves acusaciones de corrupción en el partido, en el Gobierno y en su propia familia. La reafirmación de su liderazgo certificará oficialmente el comienzo de una nueva etapa en el partido centenario. El sanchismo sustituirá al Partido Socialista que nació en Suresnes en octubre de 1974, encabezado por Felipe González. Medio siglo después concluye el período histórico más brillante de esta formación política, que contribuyó de forma decisiva a la llegada de la democracia, al progreso, la incorporación a Europa, la concordia constitucional y el restablecimiento de la Monarquía parlamentaria. Sus principales actores han confesado que no se reconocen en esta nueva forma de hacer política que es el sanchismo. Los más relevantes de ellos ni siquiera han sido invitados al Congreso.
La consagración del sanchismo en este Congreso sevillano viene enmarcada o precedida por tres sucesos significativos: la catástrofe de Valencia, con más de doscientos muertos y una tremenda devastación, de la que el presidente Sánchez se desentiende negándose a asumir su evidente responsabilidad; las gravísimas revelaciones de Víctor de Aldama, que afectan de lleno al Gobierno y que son consideradas creíbles por el juez, el fiscal anticorrupción y la mayor parte de la opinión pública (es llamativo que un presunto delincuente sea más fiable que el presidente del Gobierno); y, en tercer lugar, el ilustrativo episodio de la dimisión del líder del socialismo madrileño, Juan Lobato, acosado desde arriba por negarse a colaborar en un turbio asunto oficial. Lobato ha explicado así la razón de su renuncia: «Mi forma de hacer política no es compatible con la que una mayoría de la dirigencia actual de mi partido tiene». Pues esa forma de hacer política, con Pedro Sánchez al frente, es la que se va a imponer en este 41º Congreso de Sevilla.
Con estilo autocrático el sanchismo deja poco lugar a la disidencia ni a la crítica interna. El que se mueva no saldrá en la foto o será después borrado de la orla oficial. Sánchez sacrifica la verdad y el resto de principios a la ocupación del poder. Para ello pacta, si hace falta, con los que había jurado que nunca pactaría. Se trata de impedir que haya alternancia política en España. Y los congresistas aplaudirán en Sevilla con entusiasmo. Como dice el Libro de Isaías, «conoce el buey a su dueño y el asno el pesebre de su señor».