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El desafío independentista

Tabarnia

La Razón La Razón

Barcelona genera el 88,69% de los ingresos impositivos de la Generalitat, pero sólo recibe el 63,91%. Los ciudadanos y empresas de Barcelona pagan 22.468 millones y reciben 17.888. A los tabarneses les roban.

A la candidatura separatista «Junts per Catalunya» le bastaron 27.665 votos para obtener un diputado mientras que el PP necesitó 61.269. En la provincia de Barcelona se necesitan 38.496 votos para tener un diputado, en Tarragona 23.963, y en Lleida es mucho más económico, 16.008, o sea que para los tabarneses se necesitan más del doble de votos que en Lleida por obtener un diputado. Un tabarnés vale políticamente la mitad que un leridano.

Mientras que en las Tierras del Ebro hay que esperar 66 días para una intervención de prótesis de rodilla, en el Baix Llobregat un tabarnes debe esperar, según datos de la propia Generalidad, 163 días. Los tabarneses son maltratados.

Sólo son unos ejemplos de las diferencias entre la Catalunya rural y la Catalunya urbana, en otras palabras, entre «Tractoria» y «Tabarnia» según la nueva dialéctica triunfante en la Catalunya golpista. Y es que en Tabarnia se padece un grave déficit fiscal, una afrenta electoral y un agravio social. Un discurso calcado al que los separatistas catalanes han esgrimido referente al supuesto «robo» que España hace de Catalunya.

Los tabarneses no pretenden inventarse historias, no quieren confrontaciones, no quieren privilegios. En sus explicaciones, hablan de que quien más tiene más paga, no quieren engañar a nadie, pero no están dispuestos a que sigan manipulando en nombre de todos los catalanes un pasado común, y Tabarnia refleja ante su propio espejo al secesionismo supremacista, con toda la crudeza de una pesadilla deforme de su propia sombra.

Pero la pregunta más clara: ¿es Tabarnia una broma? En absoluto. Los separatistas crearon la estelada, con el objetivo de representar la ruptura, y los tabarneses han creado la bandera de la unidad. El nacionalismo inventó una frontera para separar, por diferencia, los tabarneses han marcado unos límites, allí donde gana el constitucionalismo, para unir, para hacer pensar. Tan seria es la pretensión de separar España de sí misma como propone el separatismo como partir Cataluña en dos. Si alguien vuelve a plantear una DUI, que nadie dude que los tabarneses pondrán en marcha un proceso para seguir siendo catalanes y españoles y la creación de la nueva comunidad autónoma bautizada como Tabarnia.

Tabarnia es la garantía de que habrá respuesta. Tabarnia llegará tan lejos como los independentistas quieran llegar. Tabarnia es su pesadilla como ellos han sido la nuestra.

Los promotores de Tabarnia dejan la iniciativa política a los partidos, es a los dirigentes de los partidos a quien les compete decidir si Barcelona debe tener un gobierno propio como intentó Maragall, como lo tiene Bruselas, México con el DF o Washington con el Distrito de Columbia.

Tabarnia es una iniciativa social, cívica, la parte positiva del proceso, la que ha permitido a los catalanes tomar conciencia de su fuerza y de lo que somos: plurales, libres, catalanes, españoles y europeos.

Tabarnia es una broma muy seria. Muy seria.