Alfredo Semprún
La cara y cruz de Borgoña
Seguramente, los exégetas del pensamiento de Pablo Iglesias iluminarán, cuando llegue el tiempo, el imaginario de un político del siglo XXI que vive las frustraciones de otras épocas en carne propia, como aquellos marinos de salón que añoran un cambio de viento imposible frente al cabo de Trafalgar, pero lo cierto es que, demasiadas veces, tras el líder de Podemos sólo parece haber wikipedia y afan de «epater le bourgeois». Viene a cuento con la broma maleva, a costa de la Cruz de Borgoña, que Iglesias le hizo ayer al PNV en la segunda sesión de investidura. En efecto, la cruz de Borgoña o cruz de San Andrés, enseña de la Monarquía española, y por tanto del Reino, –que eran indisolubles– desde Carlos I y hasta las Cortes de Cádiz, figura en la Ikurriña, tal y como la diseñó el fundador del PNV, Sabino Arana, sobre la otra cruz de inspiración británica. Es, pues, la misma que aún figura en el escudo de la Casa Real, porque la dinastía de los Borbones la incorporó con naturalidad a su vexilología. En realidad, la actual bandera española es oficial sólo desde 1843, ya que Carlos III diseñó la roja y gualda a efectos navales y en las fortificaciones para distinguirla de las enseñas de otras marinas borbónicas. Es, pues, la Cruz de Borgoña enseña común de los españoles y, aunque se diga lo contrario, la compartieron liberales y carlistas durante las tres guerra civiles, si bien estos últimos prefirieron enarbolar símbolos religiosos. Fue en 1935 cuando Manuel Fal Conde, reorganizador del carlismo, decidió convertirla en la enseña oficial del requeté –batallones carlistas– y con ella, junto con la rojigualda, los carlistas navarros conquistaron Vizcaya en la Guerra Civil, derrotando a las fuerzas republicanas, y, especialmente, a los «gudaris» de los batallones del PNV. Luego, Francisco Franco la incorporó como un emblema más del Movimiento. Según Iglesias, la única España eterna serían el Rey y el PNV. La otra referencia guerracivilista, la de las Brigadas Internacionales, no tiene demasiado recorrido: eran comunistas, vinieron a luchar contra el fascismo, obedecían a Stalin, preconizaban el comunismo para el mundo y, muchos de ellos, se dejaron la piel en los campos de España, utilizados como carne de cañón por unos mandos incompetentes.
✕
Accede a tu cuenta para comentar