Muy cerca de Rivas existió en tiempos un gran vertedero, donde se vaciaban los inertes de Madrid. Décadas después, ha aparecido otra especie de vertedero en este municipio, en el que el Tribunal de Cuentas ha detectado vertidos incontrolados de productos irregulares procedentes de las cuentas de la EMV; en el que se han arrojado acusaciones mutuas y sólidas entre miembros de la misma corporación e idéntico partido; donde han aparecido residuos altamente radiactivos en forma de actuaciones dudosamente correctas, que tienen como protagonista a quien tuvo responsabilidades de gobierno, Pedro del Cura. En fin, que toda la «basura» arrojada en los últimos días se está incinerando al aire libre, con el riesgo de contaminación política, porque no es material inocuo.

Nunca es bueno ser juez y parte, ni hacer de Juan Palomo. Y en esto ha incurrido el tal Del Cura, cuando siendo alcalde en funciones de Rivas, por ausencia temporal del titular, José Masa, se concedió permiso para las obras de reforma del ático de su propiedad. Hay una cosa que se llama decencia política y otra, higiene en las formas cuando se ejerce la función pública. Los partidarios de Del Cura, que parece son mayoría en el comité local de Izquierda Unida, le apoyan incondicionalmente en el enfrentamiento que mantiene con el alcalde, incluso han celebrado un referéndum para mostrar su adhesión inquebrantable frente a Masa, ese hombre que no se fiaba de ese Cura, y por eso le «excomulgó». Algunos intentarán disimular la gravedad del asunto hablando de guerras intestinas, tan frecuentes en los partidos, de enfrentamientos y rencillas personales, pero los vecinos de Rivas tienen derecho a que les expliquen las cuentas de la EMV, los pisos de protección de Del Cura y familia, las obras irregulares del ático y de su actuación cuando fue alcalde en funciones. Los ripenses tienen derecho a saber y a exigir responsabilidades, a que no se diga que esto es un episodio más de lucha por el poder. Aquí hay actuaciones personales que deben ser depuradas.