Parlamento vasco
El Cupo-Pufo Vasco
La estábamos esperando –pues los acuerdos entre el Gobierno y los nacionalistas son pactos de caballeros– y ahí está. El Congreso de los Diputados ya ha registrado la nueva Ley del Cupo para el País Vasco que regirá este asunto en el próximo quinquenio. El ministro Montoro la ha puesto como ejemplo de «pacto entre diferentes» y ha resaltado que es fruto del diálogo «dentro de la ley, con lealtad y respeto mutuo». Que aprendan en Cataluña, parecía estar diciendo, aunque su discreción le impidió hacer cualquier mención directa a esa región intervenida. Pero lo cierto es que tan altas miras no encuentran reflejo en el proyecto remitido al parlamento. El papelito es un «déjà vu», la enésima repetición de una norma que, con periodicidad irregular y trabajosa negociación, aparece en el Boletín de las Cortes con el mismo texto y cifras diferentes, todas ellas obtenidas de la misma manera y todas ellas engañosas en su aparente cuadratura. Y de igual modo, será seguramente aprobado como siempre: por el procedimiento de lectura única y sin la menor enmienda.
Sin embargo, el Cupo ha venido siendo objeto de polémica pública por lo que de privilegio otorga a los vascos en lo que atañe a hacerse cargo de su parte alícuota en cuanto a la financiación del Estado. No se crea que es un tema menor: los vascos y navarros fueron a la guerra por tal motivo en el siglo XIX y no encontraron asiento hasta que, tras el Abrazo de Vergara, quedó claro que sus derechos históricos, su prerrogativa foral, quedarían anclados para siempre en la unidad constitucional de la monarquía. Ahí sigue todavía y no creo que vaya a ser revocada por mucho que, en la izquierda, se predique el Estado Federal. Además, la historia muestra que los vascos han sido pertinaces en su voluntad de pagar poco, camuflando con elegancia las cifras de su ventaja financiera y predicando a los cuatro vientos que no hay nada de eso y que lo que ocurre es que el asunto del Cupo es tan complicado que casi nadie lo entiende.
Ahora llega nuevamente al Congreso y propone el pago de 1.300 millones anuales durante el próximo quinquenio. Una bagatela si tenemos en cuenta que, según un cálculo prudente, la cifra debería llegar hasta los 4.473 millones. Se ve que, en esta ocasión las Cortes van a dejar que el País Vasco contribuya en sólo un treinta por ciento de lo que debiera. Claro que, como siempre ha ocurrido, vendrán después las rebajas que año a año, tras nuevas discusiones entre los funcionarios de hacienda de Madrid y Vitoria, se irán arbitrando, pues la Ley del Cupo sólo es un comienzo acordado y tal vez feliz. Véase si no lo que pasó con el Cupo de 2007: se calculó en 1.565 millones pero, en los diez años siguientes, quedó rebajado a un promedio de 972 millones. A nadie se le ocultará, por todo ello, que el Cupo Vasco es un pufo.
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