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Cementerio de Alcásser
Se ha hablado –y no diré mucho porque siempre será insuficiente–, de lo indigno que ha sido utilizar en unos tuits el terrorismo de ETA o el genocidio del pueblo judío para «hacer humor negro», como lo ha denominado el autor de esa barbaridad injustificable. No se puede entender que un ser humano pueda reír con esa maldad. Sólo la denominada risa de las hienas podría producirse con semejante indecencia. Se ha hablado menos de una parte del tuit en el que se hacía referencia a Irene Villa y al cementerio de Alcásser de una manera muy cruel.
Leí ese tuit miserable, que me acababan de enviar, en el programa de televisión «La Sexta Noche», después de la intervención de Eduardo Inda denunciando otros similares. Al día siguiente, una chica de 25 años que me había visto, me preguntó qué era lo del cementerio de Alcásser. Me di cuenta en ese momento de cómo había pasado el tiempo, de que era lógico que lo desconocieran los jóvenes. Han pasado más de veinte años desde aquel crimen que nos conmocionó a todos y que nunca olvidaremos.
Tres niñas de Alcásser (Valencia), Miriam, Toñi y Desirèe, de 14 y 15 años, fueron secuestradas, violadas, torturadas y asesinadas. Sus cuerpos fueron ocultados y se tardó más de dos meses en encontrarlos, con la angustia y desesperación de sus familias, y de toda España con ellas.
El autor de semejante tuit es concejal del Ayuntamiento de Madrid, y estoy seguro de que lo está pasando mal y está arrepentido, pero eso no exime de asumir responsabilidades políticas, con independencia de la resolución judicial que archivó las actuaciones. El partido socialista, que ha dado sus votos para que gobierne el grupo minoritario al que pertenece este edil y sea alcaldesa la señora Carmena, no las exige y les continúa apoyando. Ni la falta de humanidad, ni que mintiera cuando dio explicaciones, como con acierto ha puesto de manifiesto Jesús Maraña, le parecen suficientemente graves al PSOE.
Conozco a Pedro Sánchez, o creía que le conocía, coincidimos durante unos años en el Ayuntamiento de la capital de España, pero aquel Pedro Sánchez con el que yo hablaba se parece poco al de ahora, y lo siento. El secretario general del PSOE dijo en repetidas ocasiones que no pactaría con el populismo. Habló y reiteró que estos populistas «quieren convertir a España en la Venezuela chavista». Pues ha pactado con ellos, e incluso apoya que permanezca de concejal quién se ha mofado en sus tuits de las víctimas de ETA, de las víctimas del nazismo o de unas niñas que sufrieron la mayor atrocidad. Para su socio Pablo Iglesias son basura los que llaman plaga a los refugiados, y por supuesto que no son ninguna plaga, son seres humanos que sólo buscan vivir; pero quien dice que una víctima de ETA va a buscar repuestos en él cementerio donde están enterradas tres niñas asesinadas no sólo no merece ese insulto del señor Iglesias, sino que le apoya. ¡Cuánta hipocresía! No son basura ni aquellos ni el señor Zapata; es basura y despiadado llamar plaga a las personas que huyen de la guerra, son basura y despiadados los tuits, y en ambos casos se deben exigir responsabilidades.
Podría citar algunos casos en los que cargos públicos han tenido que dejar sus puestos por declaraciones, expresiones o manifestaciones deplorables. Mencionaré el de alguien que hace todavía mucho más disparatado el apoyo del grupo socialista al autor de esos lamentables tuits. El número uno de la lista del PSOE al Ayuntamiento de Madrid, el señor Carmona, dimitió como diputado en la Asamblea de Madrid por unas reprobables manifestaciones en relación al «Prestige». Reprobables sí, pero ni punto de comparación con la gravedad de lo expresado por el concejal Zapata. A años luz de la crueldad de esos tuits infames.
Algunos piensan que el señor Sánchez tenía muchos más motivos para haber propiciado otro cese, que para el del portavoz Carmona. Algunos pensamos que «lecciones de ética» como las que constantemente nos quieren dar el PSOE y sus aliados de Podemos se han acabado. Ni una más. Con esta «clase magistral» de desvergüenza tenemos bastante.
Creo que Pedro Sánchez ha perdido el sentido de Estado que han tenido anteriores dirigentes socialistas, como ha dejado patente y demuestra en esta otra afirmación suya: «El Partido Socialista no pactará con Bildu –lo mismo dijo con los populistas– ni con el Partido Popular». Una frase muy desafortunada de la que no debería sentirse orgulloso.
El Partido Popular no pactará con Bildu, ni apoyará a ningún gobierno municipal en el que uno de sus concejales se haya burlado, entre otras víctimas, de unas niñas vilmente asesinadas... El PSOE y Pedro Sánchez, sí.
* Secretario ejecutivo de Política Local del PP
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