Brexit
Brexit, Niza, Turquía, ¿hacia dónde vamos?
En apenas veinticuatro horas dos graves sucesos han conmovido la opinión pública internacional, y muy especialmente la europea. Un nuevo y salvaje atentado del Estado Islámico contra la indefensa población civil que festejaba la fiesta nacional de Francia en Niza, que ha dejado de momento más de ochenta muertos. Y un intento fallido de golpe de Estado en Turquía cuyos responsables, las causas que les impulsaban y los objetivos que perseguían, –más allá de derrocar al presidente actual–, no están de momento aclarados.
El atentado de Niza viene a sumarse a otros de igual naturaleza producidos en el último año, de igual salvajismo y letales resultados, que han golpeado en distintos países occidentales, –el más reciente de Orlando en EE UU–, pero de manera especial en Francia, donde en apenas año y medio han tenido lugar las masacres del Charlie Hebdo y la discoteca Bataclán, así como otros intentos que han sido abortados por las fuerzas policiales.
El golpe de Estado en Turquía, del que aún no se conocen las causas, pudiera tener relación con el proceso de islamización que vive el país desde la llegada al poder del partido del Presidente Erdogan, y con la pérdida de poder por los militares que controlaban el país desde su independencia. Así como con el papel que está jugando Turquía en el conflicto sirio-iraquí y contra el Estado Islámico, y su pretensiones de incorporarse a la UE.
Estos acontecimientos se suman a otros de distinta naturaleza pero que de igual manera siembran la incertidumbre, la duda, el temor y el desconcierto en nuestros países ante lo que pueda depararnos el futuro más inmediato como la crisis económica, la crisis social, las elecciones en EE UU, la crisis migratoria, etc.
La salida del Reino Unido de la UE y la contundencia con la que la nueva Primera Ministra ha confirmado que no dará marcha atrás, junto al hecho de crear dos ministerios específicamente dedicados a negociar esa salida y poner al frente de la diplomacia británica al más destacado enemigo de la permanencia, confirma las incertidumbres de la opinión pública europea sobre las consecuencias que este hecho pueda tener. La falta de una respuesta clara, contundente y rápida del qué y el cómo se va a actuar por parte de la UE y sus líderes, y de las consecuencias que esta decisión del Reino Unido tendrá para los demás, acentúa esa sensación.
La cadena de gravísimos atentados realizados por el ISIS en nuestros países y la aparente falta de reacciones contundentes que se traduzcan en hechos percibidos por la opinión pública como efectivos para parar estas amenazas, –más allá de las condenas públicas de los responsables políticos–, genera esa misma incertidumbre, a la vez que transmite una sensación de impotencia y debilidad para combatirlos que acrecienta el temor de los ciudadanos. La estrategia de los yihadistas es aterrar a la población civil causándole el mayor daño posible. Como señaló alguno de sus líderes, «el terrorismo es un deber y el asesinato una ley». «El objetivo es convertir a todos los jóvenes musulmanes en terroristas». Desde abril de 2013 el ISIS impulsa y reivindica los atentados individuales que en 36 meses han igualado el número de víctimas de Al-Qaeda en 15 años, pero centrando ahora su prioridad en las víctimas civiles.
La mayor presencia del populismo y del radicalismo en nuestros países, e incluso su triunfo en alguno de ellos, evidencia la insatisfacción de los ciudadanos con la situación actual, y la falta de liderazgos fuertes y de proyectos sólidos en defensa de nuestros valores y nuestro modelo de convivencia y de colaboración internacional, capaces de dar respuestas claras y contundentes ante los problemas, las preocupaciones y los temores de la población ante la deriva de nuestras sociedades y del entorno que nos rodea. Cada vez se apodera más de los ciudadanos la sensación de que estamos al final de una etapa que no se sabe cómo acabará, ni de cómo será la nueva, ni del tránsito que habrá que hacer para llegar a ella. Esta no es la mejor situación para encararlo. Esperemos que seamos capaces de recuperar nuestro liderazgo y articular un proyecto ilusionante que llegue a los ciudadanos para superar entre todos las dificultades y los retos a los que nos enfrentamos. Esa es la gran tarea de nuestros dirigentes y nuestras sociedades en los próximos años, y no se puede demorar un minuto más.
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