«De Bellum luce»

Los chivatos de Génova

Feijóo puede meter la cabeza debajo del ala o sacarla para echar una mirada y ver por dónde le vienen los misiles

Los errores que cometió la dirección del PP en las últimas semanas –como no enterarse de la rebaja de las penas a los presos etarras o la querella por presunta financiación irregular del PSOE, ya tumbada por el juez–, han contado en la multiplicación de su impacto con la ayuda de al menos tres manos muy próximas a Alberto Núñez Feijóo. Dos de ellas están dentro del Comité del Dirección del partido, y la tercera, en el grupo parlamentario.

Feijóo debería mirar no muy lejos de él si quiere entender por qué están aumentando las filtraciones que desestabilizan al partido o por qué se ha empezado a desvelar el contenido de reuniones internas para enfangar las responsabilidades de las decisiones que adoptan. Lo que no quita para que el tema mollar para la cúpula popular sea realmente la reflexión sobre la pertinencia de esas decisiones y los motivos del desacierto en algunas de ellas. Además de las tensiones de destacados barones con Isabel Díaz Ayuso.

Pero volviendo al tema, entre los fichajes que hizo Feijóo cuando llegó a Madrid hay quien está llevando muy mal no ver satisfechas sus ambiciones de protagonismo y de influencia sobre el líder nacional en perjuicio del clan gallego. Es tan simple como que el poder absoluto que los gallegos ejercen en todas las decisiones, con sus tentáculos en el Congreso y en el Senado, ha despertado animadversión entre quienes sienten que no se les está escuchando ni mimando como se merecen.

Los que se revuelven se quejan de que en el mando único no circula la información, de que las decisiones siempre las toman los mismos o de que no hay pluralidad ni siquiera en el reparto del trabajo y que por eso no ha cuajado todavía un gobierno en la sombra.

Feijóo puede meter la cabeza debajo del ala o sacarla para echar una mirada y ver por dónde le vienen los misiles. Y es muy probable que tengan razón los «pata negra» que avisan que cuando se te abren este tipo de grietas internas, y tienes a alguno de tus supuestos hombres de confianza conspirando en tu contra, «lo mejor que puedes hacer es dar un golpe en la mesa y dejar claro que estás al tanto de quién está manejando la información que posee para desgastar a quien le manda mientras él se gana amigos entre los periodistas». Como dice el refrán, en todas partes cuecen habas.