A pesar del...
Alba, Sam y el sueño de Goya
El mensaje hegemónico de la corrección política, en efecto, es siempre el mismo: el poder resuelve los problemas, reales o inventados, quebrantando los derechos y las libertades del pueblo
El ministro del Interior francés llamó «ecoterroristas» a quienes atacan obras de arte con la excusa del medio ambiente. Y cuando los jóvenes españoles Alba y Sam pegaron sus manos a los marcos de las majas de Goya, el director del Prado sentenció: «Hay formas más inteligentes de defender nobles causas». Sin embargo, en lugar de escandalizarnos, podríamos aprender de ellos.
Su forma de actuar y argumentar es similar a la de los políticos, los intelectuales y los medios de comunicación, porque sitúan al poder en el centro de la acción social, y creen que consideraciones plausibles de carácter colectivo justifican la violación de los derechos de los ciudadanos. Y ¿qué problema hay más grave que el colapso planetario?
Daniel Ollero en El Mundo recogió declaraciones de Alba y Sam, que son veganos «por ética personal», y que creen que «necesitamos crear una disrupción para que la democracia funcione porque ésta se basa en el conflicto social y cuando dicho conflicto existe se toman medidas». Nótese que no se trata de elegir qué comer sino de obligar a todos a comer lo que está bien. Y nótese que la democracia no es para Alba y Sam que el pueblo elija, sino que el poder político aborde el «conflicto social» y lo resuelva violando la propiedad: «acabar con el sistema agroalimentario industrial», que impulsa «la deforestación»; «hay que cambiar el sistema político y económico actual» para llegar a «una alimentación basada en plantas». Sin trabas, porque como dijo Sam: «la justicia debe considerarnos siempre inocentes. Estamos actuando en legítima defensa propia porque están condenando nuestro futuro».
Otra vez, antes de estigmatizar su totalitarismo y endeblez analítica, recordemos que en esencia no están diciendo nada que no digan de modo (a veces) más sutil Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, y los socialistas de todos los partidos.
El mensaje hegemónico de la corrección política, en efecto, es siempre el mismo: el poder resuelve los problemas, reales o inventados, quebrantando los derechos y las libertades del pueblo. Si, como dice Warren, enfrentamos una «emergencia climática», ¿qué importan su libertad y su propiedad de usted, señora?
Lógicamente, todo se hace en nombre de la ciencia, porque todos los antiliberales presumen de monopolizarla. En reveladora ilustración del asunto, apuntó el propio Goya: «el sueño de la razón produce monstruos».
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