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Nuevas tensiones por la seguridad nuclear en Europa
El Organismo Internacional de la Energía Atómica insiste en que los alrededores de Zaporiyia, la mayor central nuclear de Europa, se dejen fuera del conflicto, tanto de sabotajes como de amenazas de los dos bandos
Desde el inicio de la guerra de Ucrania ha estado presente la tensión por la seguridad nuclear, sobre todo en torno a la central de Zaporiyia, la planta más grande de Europa, con seis reactores de casi mil MWe de potencia cada uno. Para hacerse una idea España tiene una potencia de generación eléctrica nuclear de 7.400 MWe. El temor se debe al recuerdo del accidente de Chernóbil, ocurrido en este mismo país en el 86, o al de Fukushima de Japón en 2011. En estos meses de conflicto la central ha tenido que ser alimentada en un par de ocasiones por generadores diésel de emergencia por pérdidas de conexiones con la red eléctrica. Durante las primeras semanas el ejército ruso impidió el recambio de personal en la central y algunas incursiones en la zona de exclusión cercana de Chernóbil hicieron saltar las alarmas. «Las centrales nucleares son seguras mientras reciben la correcta refrigeración. Ha habido un par de momentos en los que han entrado los sistemas de emergencia y gracias a ellos hasta ahora no se ha producido discontinuidad de refrigeración», indica Luis Enrique Herranz. profesor de investigación en Seguridad Nuclear del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat).
Las últimas semanas, sobre todo a raíz de la voladura de la presa Nova Kajovka y las noticias sobre posibles sabotajes o ataques a esta central por parte de los dos bandos no han dejado de sucederse, como no lo han hecho tampoco los tuits y las alertas lanzadas por el director del Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA por sus siglas en inglés), Rafael Mariano Grossi. El directivo ha pedido reiteradamente que se declare la zona de la central como lugar neutro, libre de combates y sabotajes y que no se utilice como almacén de explosivos o de armas. Cualquier actuación que pueda poner en peligro la alimentación eléctrica de la refrigeración de los reactores podría provocar un accidente. Desde hace meses, esta organización mantiene a dos funcionarios para comprobar que se cumplen los acuerdos nucleares, pero también ha insistido que, aunque el peligro nuclear no sea inminente, necesitan acceso completo sobre el terreno.
La voladura de la presa de Nova Kajovka sobre el curso del río Dnipro, a 250 kilómetros al sur de Zapoiriyia causó preocupación porque porque la refrigeración de la central depende del agua de este embalse. Sin embargo, la IAEA se ha encargado de tranquilizar a la opinión pública por un motivo. La existencia al lado de la planta de un reservorio artificial de agua. «La rotura de la presa no es un problema inmediato. Se han hecho cálculos sobre el calor residual de los seis reactores, cinco llevan meses parados. En total la cifra alcanza los 20MW térmicos. Por eso, y por pruebas de estrés que se llevaron a cabo en todo el mundo tras el accidente de Fukushima, la IAEA concluye que habría tiempo suficiente para retirar el combustible de los reactores en caso de necesidad.
¿Por qué? Porque el pantano separado tiene capacidad para evacuar el calor de los seis reactores es decir 20.000 MW térmicos. Si se puede evacuar esta cantidad, se podría con los hipotéticos 20 MW durante mil días. Esta es una fortaleza de Zapoiriyia porque no es normal que las centrales tengan dos reservas de agua», explica José Manuel Perlado, presidente del Instituto de Fusión Nuclear e investigador de la Universidad Politécnica de Madrid.
Fukushima
La alerta de las últimas semanas coincide, además, con un anuncio hecho al otro lado del globo. Antes de final de verano Japón comenzará a echar al mar los 1.300 millones de litros de agua tratada de la central nuclear de Fukushima. El 11 de marzo de 2011 un terremoto de intensidad 9 sacudió el país. Un posterior tsunami provocó que tres unidades se sobrecalentaran y gran parte del combustible nuclear se fundiera. El accidente se clasificó en el nivel 7 de la Escala Internacional de Sucesos Nucleares, debido a las elevadas emisiones de radiactividad. Desde el primer momento el agua utilizada para llevar los reactores a un estado seguro se ha ido tratando y almacenando, pero los mil tanques de acero utilizados se está quedando sin capacidad y las autoridades japonesas han decidido evacuar el agua en el mar para evitar que los tanques sufran alguna fuga por tifones o terremotos.
La iniciativa se anunció por primera vez en 2021 y en este tiempo la IAEA se ha encargado de verificar que los futuros volcados de agua radiactiva al mar cumplan las normas internacionales y que tendrá efectos insignificantes sobre el medio marino y la salud de las personas. «El sistema ALPS de descontaminación del agua es capaz de reducir las concentraciones de isótopos peligrosos de elementos, como el cesio y el estroncio, a cantidades muy bajas, inferiores a los estándares de seguridad para liberaciones líquidas, según los límites impuestos por la Organización Mundial de la Salud. El problema principal reside en el tritio, un isótopo del hidrógeno, cuya concentración en el agua solo disminuye por dilución. Es decir, previa a la liberación del contenido de los tanques, su contenido se mezclará con agua no contaminada para hacer que dicho vertido tenga contenidos casi 10 veces menores que los aceptados por la organización mundial de la salud. La IAEA ha supervisado y presentado a la Autoridad Reguladora nipona, NRA, un informe técnico independiente donde se da luz verde al plan y al proceso de monitorización propuesto durante el vertido y a continuación. Las muestras tomadas serán cotejadas en laboratorios internacionales de otros países, además de Japón», dice Herranz.
Oposición
Sin embargo, el método de vertido ha suscitado fuertes críticas de los países vecinos, diferentes organizaciones ecologistas y las comunidades de pescadores de Japón. Como ya informaba La Razón hace unos días, «China ha instado a Japón a detener su plan y su Autoridad de la Energía Atómica declaró que más del 70% del agua en dicha central nuclear no cumple los límites de vertido tras pasar por un sistema de filtración y requiere un tratamiento adicional».
Hay que recordar que Tepco ha sido objeto de críticas por errores y mala planificación. «El 14 de abril de 2021, la Autoridad de Regulación Nuclear de Japón tomó la decisión oficial de prohibir el funcionamiento de la central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa, debido a múltiples fallos y a la eliminación inadecuada de las instalaciones de protección del material nuclear».
Para el investigador del Ciemat: «La OMS considera unos estándares de radiactividad para el agua. Los japoneses van a liberar la décima parte de lo que la OMS autoriza como cantidad segura y libre de graves impactos. Es diez veces más bajo y se libera un kilómetro mar adentro en una zona establecida de 1,5 km en la que no se pueden realizar actividades como la pesca. Es decir, que incluso sobra medio kilómetro alrededor del punto donde echarán el agua tritiada. Además, es importante decir que hay un sistema de monitorización de agua, de sedimentos, del suelo marino, de las especies de peces», afirma Luis Enrique Herranz.
Renacer nuclear
Curiosamente la guerra ha disparado al mismo tiempo una psicosis nuclear un nuevo interés por este tipo de energía. A finales de año, Finlandia se quedaba sin yoduro de potasio en sus farmacias. El Ministerio de Asuntos Sociales y Sanidad pedía a la población menor de 40 años que consiguiera tabletas de yoduro de potasio como medida de prevención en caso de riesgo de radiación nuclear. Las farmacias se vaciaron en horas. Por el otro lado: «El conflicto ha despertado la conciencia de que un país necesita energía y si las centrales nucleares se operan siguiendo los estándares de la seguridad no hay ningún motivo para prescindir de ellas. Hay un movimiento mundial para construir centrales modulares y pequeñas. Algunos países están comprometidos con su instalación: Canadá, EE UU, Reino Unido, Polonia, China, que ya ha construido algunos reactores de este tipo o Corea. Al ser más pequeñas, no de mil MW sino de 300, se dispara la seguridad y se reduce la inversión. Además cuentan con sistemas pasivos de refrigeración que aprovechan la fuerza de la gravedad para mover el agua.
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