El Madrid de
Roberto Brasero: «Denuncio el alarmismo. Son más efectivas las soluciones»
De piragüista a hombre del tiempo. Un pasado en Talavera de la Reina con historias a orillas del río Tajo
«Según vamos cumpliendo años, descubrimos que la infancia es lo mejor que le puede pasar a una persona», dice uno de los referentes en anunciar las previsiones meteorológicas. Roberto Brasero describe su niñez como una época muy feliz. Creció entre los patios del cuartel de la Guardia Civil de Talavera de la Reina, donde trabajaba su padre destinado. Fiel defensor de sus orígenes porque «Talavera es un pueblo grande, que incluso se pica con Toledo; pero yo no rivalizo con nadie», cuenta Brasero entre risas.
Lo que siempre tuvo claro es que quería estudiar en Madrid, un universo amplio para un chico de provincias que quería embarcarse en el mundo de periodismo. Eso sí, lo del tiempo vino después. «Mi vocación siempre ha sido contar cosas. Y en el mundo de la meteorología contar cosas que van a pasar». En sus inicios, compaginó los estudios con prácticas laborales, y entre otros lugares, pisó la emisora de Ondacero de Talavera; y luego en Antena 3 Televisión, durante sus primeros pasos de una incipiente televisión privada recién nacida. «Yo fui uno de esos becarios que llegó con mucha ilusión». En Telemadrid hizo su última beca y se quedó nada menos que doce años como presentador de programas, dando informativos de esta ciudad tan cambiante, desde cubrir inauguraciones de metro hasta retransmitir procesiones, «como buena información autonómica que primaba la noticia en directo», apela.
En contra del apocalipsis
«Y los rudimentos de la meteorología los puedes comprender si tienes un buen maestro, como fue mi caso, Ángel Rivera me acogió como discípulo y me formó en lo que hoy día es la AEMET». Saber de lo que se habla y que se entienda era el objetivo de un Brasero que partía totalmente de cero pero que nunca se planteó desaprovechar esta oportunidad.
Este sector ha cambiado desde sus inicios, y ahora el público no solamente demanda lo que pasa sino mucho más. Un pronóstico lo ofrece el móvil; ahora se busca interpretación, consecuencias y relaciones externas. Esto hace que el periodismo meteorológico tampoco permanezca exento de los males que aquejan la profesión, como las fake news, teorías conspiranoicas o información no contrastada. «Las fake news son un problema que lo causa toda la voz de redes sociales, todo el mundo opina y no necesariamente información contrastada y veraz. También denuncio el alarmismo, no hace falta que todos los días tengamos la borrasca más potente o que todos los inviernos llegue la nevada del siglo. Hay muchas ocasiones que desde los propios medios se cae en el error de Pedro y el lobo, y cuando llegue el lobo de verdad no resultará creíble. Hay que poner las cosas en su justa medida. No todas las nevadas serán Filomena ni todas las olas de calor son algo que no hemos vivido antes. Las alarmas excesivas son problemas que tenemos en la información meteorológica», detalla. Del mismo modo, Brasero reconoce que «el cambio climático está presente», aunque ya le generan cierto hastío las noticias catastróficas: «Tiene mucho más efecto en la sociedad que las noticias propongan soluciones, cómo actuar frente a algo que tenemos sí o sí, véanse los años más cálidos, los veranos más largos y las noches más calurosas. Tenemos que saber cómo adaptarnos, a la vez que poder mitigarlo. No todo tiene que pasar porque el apocalipsis se encuentre a la vuelta de la esquina, pues de tanto tocar la sirena la vamos a desgastar».
La vida en la capital
Como hombre del tiempo y desde una opinión autorizada, Brasero considera que en Madrid vamos muy deprisa. «Parece que queremos estirar el tiempo, nos dejamos mucho en los atascos según la hora en la que viajemos y, por eso, luego queremos exprimirlo. Incluso cuando después llegamos a nuestro destino o aparcamos el coche, también queremos ir rápido. Las grandes ciudades son para disfrutarlas y degustarlas».
El Paseo de los Austrias sin prisas y sin agobios es de sus caminatas favoritas porque «Madrid te permite disfrutar del camino».
En Talavera cuentan con un casco antiguo donde una vez al mes se celebra un mercadillo, conservando ese aroma de pueblo que Brasero describe y le retrotrae a su infancia. «Tiene un río Tajo que, cuando lo llena agua, es maravilloso. Allí he visto a mi madre y a mis tías bañarse y yo siendo adolescente hacía piragüismo. Actualmente se hace botellón, a mi esa época no me pilló». Así es: a Brasero le acompaña un pasado de piragüista avezado que llegó a ganar trofeos. No obstante, tuvo que dejarlo porque requería un tiempo que no disponía y, además, tras su llegada a la capital, los fines de semana pasó a dedicarlos a una ciudad que quería descubrir, beberse y comerse. «Mi ocio pasó a estar en Madrid y no en Talavera».
Entre sus asiduos de Talavera, el restaurante se llamaba «La casa de mi madre», confiesa. Y ahora «La casa de mi hermana». Son sus favoritos. Pero además, recomieda Kiosko Puente Romano, para juntarse con amigos a orillas del Tajo y acompañados de una cerveza. «Allí se genera muy buen ambiente». Y para comer, El Esturión o El Mingote, de pescado y marisco, lugares más formales y de buena mesa.
[[H3:«Parques y más parques»]]
►Roberto Brasero se define como amante de los espacios verdes donde poder respirar, especialmente los parques de Madrid: «Son los pulmones de una gran ciudad. Aquí tenemos El Retiro, pero hay muchos otros como El Capricho o La Quinta de los Molinos. Lugares sin duda donde perderse. De hecho, Brasero también destaca el Kiosco a las puertas del Museo de Ciencias Naturales, en una pequeña colina, entre la arquitectura de ladrillo, praderas y una fuente.