El otro Vía Crucis
La procesión de los Gitanos, en recuerdo de Esther: "Lo hago por ella"
Durante el proceso de enfermedad y fallecimiento de su mujer, este cofrade sintió lo que verdaderamente significa formar parte de una hermandad
Suele decirse que ser cofrade es ser hermano con otros hermanos. Y esta frase, que de primeras no parece muy aclaratoria, realmente está llena de significado. Al aproximarse a la Semana Santa, la grandilocuencia de las procesiones apenas deja ver el vínculo que se crea en aquellos que acompañan las imágenes o cargan sobre sus hombros el peso de los pasos. Pero lo cierto es que, al igual que su titular, el Cristo de la Salud, carga la cruz, los hermanos y hermanas de la Hermandad de Los Gitanos procesionarán mañana, Miércoles Santo, cada uno con su propia cruz. Pero no lo harán solos. Y es que se tienen los unos a los otros para, como hacen las familias, llevar juntos las dificultades y tristezas propias de la vida. Una realidad que ha tomado forma en la vida de Ricardo Moreno, quien relata cómo el haberse sentido parte de la hermandad ha tenido un papel decisivo en el sobrellevar el proceso de fallecimiento de su mujer, Esther, hace pocas semanas.
«Mi madre era muy devota de la iglesia del Carmen, así que he crecido con esa imagen», explica Moreno, remontándose a los orígenes de una fe que, a día de hoy, siente que le sostiene. Una fe que, de hecho, llegó por casualidad, como casi todas las cosas que lo cambian todo. «Un compañero del colegio de los Sagrados Corazones, donde yo estudié, formaba parte de la hermandad de Los Gitanos, y un año vine a verle en la procesión», recuerda. «Fue en ese mismo momento en el que decidí que yo también quería entrar a la hermandad». Y así lo hizo. «Entré yo y, más tarde, entró mi hijo, que hoy tiene 18 años», apunta.
Sobre qué fue lo que encontró en esta hermandad que le hizo quedarse fue, precisamente, además de la propia espiritualidad y vocación ligada a ella, el recibimiento y el calor que sintió y que hoy sigue presente. «Te reciben con los brazos abiertos desde el primer momento. Siempre dispuestos a ayudar, y a que tú también colabores como si hubieras estado ahí toda la vida», explica. «Es el ambiente propio de una familia. Cuando llamas al hermano hermano, se lo llamas con el corazón, sabiendo que lo vas a tener ahí para lo que te haga falta, como me lo han demostrado a mí en este último periodo», dice. Se refiere, en concreto, a este último mes en el que Esther ha fallecido. «Han estado muy presentes, a pesar de que, sobre todo el último mes, en el que, por la situación que estábamos viviendo, he estado muy desconectado de la hermandad», asegura.
«Mi mujer ha tenido una enfermedad muy larga, dolorosa, en la que ha sufrido bastante», dice. Un periodo en el que, como es natural, él también ha sufrido. «A pesar de mi ausencia, en todo momento les he tenido presentes, y sé que han estado rezando por mi hijo, por mi mujer y por mí, especialmente en estos últimos meses en los que ha estado tan enferma». Precisamente esto, «saber que hay quien se acuerda de ti, que estábamos en sus oraciones, que teníamos constantemente whatsapps para decirnos que nos tenían presentes, que incluso habían puesto a rezar a personas que eran ajenas a la hermandad, ha sido la manera de saber que estaban ahí». Así, subraya que «el abrazo de ellos en el tanatorio no lo voy a olvidar nunca». Las hermandades, continúa, «estamos todo el año, siempre pendientes de que si un hermano necesita ayuda se la vas a dar y que ellos te la van a dar a ti. Así vivimos, porque en nuestras reglas está escrito que debemos ayudarnos los unos a los otros, y no solo en lo económico, sino también en lo emocional, que a veces es igual de importante».
Esta primera Semana Santa después de lo sucedido, asegura, «no va a ser fácil». Sobre todo para su hijo, quien, con la enfermedad de su madre, «ha estado un poco enfadado con el Señor». Sin embargo, el mismo día que hablamos con él ha tenido una gran alegría. «Me ha dicho que quiere salir en la estación de penitencia, y hemos ido a sacar su papeleta de sitio y su túnica», dice. «Están siendo momentos muy duros, pero tenemos claro que queremos salir acompañando al Señor por las calles de Madrid. Y lo voy a hacer con la vista puesta en el cielo, porque lo hago por ella», concluye. «La estación de penitencia, este año, va a tener para mí un sentido muy especial».
Un paso por el centro de la capital
La Hermandad de los Gitanos saldrá este Miércoles Santo de su sede en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen y San Luis Obispo para recorrer las calles del centro de Madrid a las 20:00 horas. Hará su estación de penitencia en la iglesia de la Santa Cruz después de haber pasado por la Puerta del Sol y la calle Carretas, así como por la plaza de Jacinto Benavente y la calle Atocha. Los nazarenos irán acompañados de música. Concretamente, detrás de la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Salud actuará la Agrupación Musical El Perdón, de Alcázar de San Juan. Y, detrás de la Virgen María Santísima de las Angustias, la banda sinfónica La
Lira de Pozuelo.