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Agricultura

La Huerta de Aranjuez: En defensa de la cosecha propia

La quinta generación del consumo diferente. Entre el río Tajo y el Jarama se busca una calidad de frutas y hortalizas

Reportaje fruterías “La Huerta de Aranjuez” © Alberto R. Roldán / La Razón Alberto R. RoldánPHOTOGRAPHERS

Buscar el tomate más rojo y geométrico del supermercado ya no es lo común. Los consumidores ya han aprendido que en la imperfección está el sabor. Así lo explica Jorge Nieto, cuya apuesta se centra en el producto de temporada y, por supuesto, la huerta –poco reconocida– de Madrid. Hace 35 años que abrieron tiendas y son la quinta generación que sigue levantando el negocio (pueden encontrarse en Aranjuez, Valdemoro, Getafe y Madrid capital). Desde los últimos años también están presentes en la hostelería madrileña, en restaurantes como Pimiento Verde o Bel Mondo. «Cada vez son más quienes apuestan por el comercio de cercanía», pronuncia el agricultor

Llegar hasta aquí no ha sido fácil, reconoce Jorge: «En Madrid ha sido complicado, principalmente por la presencia de las grandes superficies y el estilo de vida que implica una capital. Nos ha costado dar a conocer nuestros productos, aunque las redes sociales nos han ayudado bastante. Es una forma de llegar rápido, enseñar cómo cultivamos e informar de su estado previo al consumo final. En este sentido, al no estar dando vueltas por almacenes, se puede recoger por la mañana a primera hora y al mediodía ya está listo para repartir en tiendas». Su forma de trabajar se rige por el respeto a la máxima naturalidad posible, no usan abonos químicos y recurren a una granja cercana a la propia huerta. En casos de plagas, intentan combatirlas con animales y el agua llega les llega del Tajo. «La gente lo que quiere es sabor, antes buscaban lo bonito y duro, que aguantase mucho tiempo. Pero como yo digo: ¿para qué quieres algo que permanezca tanto tiempo en la cocina? lo que quieres es comértelo. El tomate que nosotros vendemos blandea, pero está riquísimo y eso los clientes lo notan».

Flores de calabacín, patatas, fresones autóctonos de Aranjuez, espárragos o alcachofas son algunas de las principales cosechas del momento. En opinión del experto, todavía queda mucho por explotar en los campos de Madrid, a los cuales se les debería brindar más apoyo y visibilidad: «La huerta de aquí está algo denostada, no se le hace mucho caso, somos pocos los que quedamos en Madrid. En otras partes de España, como el sur, la agricultura ha crecido con los años, pero aquí ha ido a menos. En Aranjuez hay muy pocos agricultores que lleguen de nuevas generaciones, falta relevo generacional. En cambio, sí se quedan espacios para la plantación de cereal, maíz o trigo, mucho más que para frutos verdes».

Reportaje fruterías “La Huerta de Aranjuez” © Alberto R. Roldán / La RazónAlberto R. RoldánFotógrafos

«Desde las primeras horas del día, el equipo se dedica a la recolección de frutas y verduras de temporada. Estos productos frescos son transportados a nuestro almacén central, desde donde se distribuyen a todas nuestras tiendas y a todos los servicios que ofrecemos en general», explica Jorge en cuanto al proceso de trabajo. Bajo el distintivo «Cosecha Propia», la empresa se ha labrado un nombre en la industria, permitiendo que cada vez más personas conozcan la marca. Ya en Madrid hay 11 fruterías físicas, además del gran almacén central.

El IMIDRA y la huerta

Para combatir este problema de reconocimiento de la huerta madrileña, hasta hace poco salió a la luz el innovador mercado situado en Fuenlabrada. Un espacio que abarca una superficie de más de 3.500 m2 y representa el primer gran lugar de proximidad donde se distribuyen y venden directamente frutas y verduras locales de temporada, sin intermediarios. Su objetivo principal es facilitar a los agricultores pequeños y medianos el acceso a grandes establecimientos. El presidente de la Unión de Cooperativas Agrarias de Madrid (UCAM), Mariano García-Patrón, manifestó que «hasta septiembre u octubre es la mejor época de la huerta madrileña. Es cuando más se produce». También afirmó que existe cierta infravaloración sobre la huerta madrileña. «La gente se sorprende de la variedad de hortalizas en Madrid. Falta información, sobre todo por parte del consumidor final. Todavía hay quienes piensan que la capital solo es ciudad, el sector servicios y los polígonos. Sin embargo, dispone de un personal muy profesional, grandes superficies de plantación, y con mucha proyección de futuro». La historia es un ciclo que se repite de nuevo se busca lo más artesano y menos manipulado. El futuro es esperanzador, pero todo depende del consumidor y la conservación de estos sembrados.