Opinión
El apagón cubano
El «blackout» del país es una metáfora de la medianoche de sus sueños revolucionarios
Toda utopía acaba en esto, en un apagón. Los ideales al final no son más que unos cables mal prendidos. La chapuza de un manitas ocasional que pasaba por ahí. Cuba se ha quedado sin luz. Aquel Caribe socialista del Che y Fidel, que pretendía restaurar el paraíso adánico reemplazando casinos americanos por plantaciones colectivas y fraternidad comunista, resulta que le han saltado los fusibles y se ha quedado a oscuras, como las iglesias después del servicio de las ocho.
Este «blackout» que vive es una metáfora de la medianoche de sus sueños revolucionarios. Lo que queda de unas promesas que hoy no son más que herrumbre. Aquella catenaria de eslóganes que se entregaron al pueblo, «Comandante en jefe, ordene», «Patria o muerte. Venceremos», «Viva Cuba libre», hoy es quincalla, fragmentos de una verbosidad que nadie escucha. Escombros de una oratoria que aún se leen en las calles pero que nadie cree, como hoy nadie cree tampoco en el vaquero que fue John Wayne.
Cuba no es más que el último rescoldo de la Guerra Fría de Kennedy y su hermano Bob, por mucho que ahora Leonardo Padura nos venga a escribir guías. Ese Edén comunista, que fantaseó con hacer temblar a Washington con un horizonte de ojivas nucleares, al final se quedó en nada, sin el temblor kierkegiano, sin los misiles, sin futuro y ahora sin corriente eléctrica. Hoy es una isla poblada por gente que ni vivió la revolución ni la hizo ni la proclamó, pero que vive atrapada en ella, como la Pantoja vive atrapada en el amor pasado de Paquirri.
Como no hay nada, de lo que se vive es de folclorizar la Revolución, de perpetuar su memoria fracasada, turistizar a Hemingway, la casa de Guevara y los cadillac, que van con gasolina racionada, no como el que cantaba Loquillo, que podría ser solitario, pero al menos llevaba el depósito lleno.
✕
Accede a tu cuenta para comentar