Educación
La mejor profesora del mundo es de Getafe
Mirian Galán, educadora infantil en una escuela infantil de Pozuelo de Alarcón, ha sido galardonada en la V edición de los Global Teacher Awards, un certamen internacional que premia la labor de los profesores
Pozuelo de Alarcón está de celebración y es que el motivo lo merece. Mirian Galán, una educadora infantil de Los Madroños, una de las escuelas infantiles públicas con las que cuenta el municipio, ha sido nombrada mejor profesora del mundo. Impulsada por los padres de un antiguo alumno, también docentes, decidió presentar su candidatura en la V edición de los Global Teacher Awards, un certamen internacional que premia la labor de los profesores. Un resultado que conocía desde septiembre, pero no decidió hacer público hasta hace unos días con la única esperanza de encontrar la financiación necesaria para recoger su premio en una gala que se celebró en Nueva Dheli. “Sabía que era complicado y que a diferencia de otros países, a los ganadores de otras ediciones las instituciones españolas no les habían costeado el viaje, pero tenía que intentarlo”, asegura Galán a LA RAZÓN.
A pesar de sus esfuerzos, de cientos de llamadas y mensajes, finalmente esto no ha sido posible pero como bien dice, aunque no lo posea físicamente, este reconocimiento ya tiene su nombre y apellidos. Y así se lo han hecho saber en su escuela, donde las familias, compañeros y alumnos han logrado que pasase unos días inolvidables y que disfrutase de su gala particular. “Estoy feliz. Mis compañeras me han demostrado lo orgullosas y contentas que están por mí, las familias se han volcado al máximo e incluso se ofrecieron a financiarme el viaje y he sentido como todo el mundo ha querido arrimar el hombro”, confiesa. Un apoyo que ha recibido de diferentes rincones de la región, desde donde personas que no conocía personalmente han querido darle la enhorabuena, y especialmente desde Getafe, el municipio donde vive.
A pesar de que la noticia fue abrumadora y todavía no asimila que ha sido la seleccionada entre tantos profesionales, para la educadora ganar este premio solo significa una cosa: “Que debo seguir sacando y dando lo mejor de mí. Pero sobre todo, luchando para que todos tengamos una educación responsable y buena”. Una profesión que dice está muy poco valorada, especialmente, cuando se trata de educación infantil. “Creo que esto fue un factor decisivo para que me escogiesen, porque normalmente los educadores infantiles creemos que no podemos optar a este tipo de premios. En cierto modo, aunque sea de forma indirecta, la sociedad hace que lo creamos”, confiesa. Algo que le ha hecho reflexionar, ya que en India los profesionales como ella están mucho más valorados e incluso cuentan con premios específicos para este tipo de escuelas. “Los que trabajamos en el primer ciclo creo que es algo totalmente vocacional. Tal y como está pagado, tienes que asumir que no te queda otra que depender de otra persona”, y añade, “conozco muchos casos que a pesar de apasionarles este trabajo, llega un punto en el que tienen que dejarlo porque no pueden permitirse vivir con los salarios que existen”.
Ejemplo de esa vocación es ella misma, pues por su formación podría optar perfectamente por otro puesto con condiciones relativamente mejores. “Me llena lo que hago. Que niños tan pequeños te den un abrazo, un beso o que te llamen por primera vez por tu nombre… no tiene precio. Pero he de reconocer, que además de requerir un trabajo psicológico enorme, tiene un desgaste físico importante”, asegura. Además de educadora social, Galán tiene un master en logopedia, en psicología infantil, es auxiliar de enfermería y maestra de yoga infantil, entre otras muchas titulaciones. También sabe inglés, algo de lengua de signos y el año pasado comenzó con el chino. “Soy muy inquieta y todo lo que veo que puede ser útil, lo hago; porque aunque la experiencia es importante, formarse a diario es fundamental”, apunta. Y si tuviese que definirse como profesora, sería como “creativa”. Tanto que estudió bachillerato de bellas artes y cuando acabó le llevó a querer estudiar publicidad. Sin embargo, cosa del azar o del destino, apostó por la educación infantil, algo que le enamoró y enganchó desde el principio.
Ahora, con más veinte años de experiencia dice ser una persona totalmente distinta en el aula. “Antes solo me preocupaba que todo saliese perfecto, ahora dejo que los pequeños fluyan y experimenten”, sentencia. Después de pasar por diferentes escuelas infantiles y colegios, desde hace algo más de un año, en Los Madroños disfrutan de esta creatividad e inquietud que la caracterizan. Porque como bien dice ella, el trabajo no acaba al salir del aula, sino que la búsqueda de novedades continúa. Muchas de ellas las comparte a través de SuperEducalandia, un blog con muchos recursos pedagógicos a disposición de las familias y profesionales. Una iniciativa que se dio a conocer durante la pandemia para ayudar a los niños durante el tiempo que tuvieron que permanecer en casa encerrados sin poder ir al colegio, pero que ya había optado a varios galardones con anterioridad. Como en 2019, cuando fue nominada a mejor blog de educación, al premio a la mejor cuenta educativa de Instagram y a los premios Espiral que reconocían su labor durante la pandemia. A diario, Galán organizó diferentes festivales con actividades, música y talleres, a los que cada día se conectaban más personas. “Creo que esta conciencia social también ha sido muy valorada para otorgarme este premio”, confiesa. Una labor que mantiene, en menor medida, pero en la que trabaja de forma semanal e intenta publicar contenido todos los jueves. Como el pasado mes de septiembre, donde colgó un post en el que trataba el tema de la adaptación de los más pequeños en el aula.
“Es en ellos en quién tenemos que pensar”, asegura Galán, cuando le preguntas por la educación en España. Como educadora con más de veinte años de experiencia, siente que no está todo lo valorada que debería, que necesita un cambio de verdad y un claro ejemplo de esto es la nueva ley de educación. “No sirve de nada que cada vez que cambiemos de ministros, nos esforcemos en los colegios por cambiar y cumplir todo cuando sigue siendo lo mismo pero con distintas palabras”, y añade, “al final nos vuelven locos, pero no escuchan lo que de verdad necesitamos que es más personas y ratios menores”. En estos momentos, la educadora cuenta con catorce niños a su cargo y una persona de apoyo que comparte con otras dos aulas. Cuando lo ideal sería una pareja educativa por cada aula con este número de niños o una para máximo diez niños y una de apoyo para cada dos aulas. “Al final llegas, porque los niños lo merecen y ellos no tienen la culpa, pero esto no debería ser así. Con más ayudas no tendríamos que limitarnos y podríamos hacer todo lo que tenemos programado a diario”, sentencia.
Y por si su labor fuera poca dice que aún hay algo que le queda pendiente por hacer. “Me encantaría escribir un cuento, recurro mucho a ellos en mi trabajo y a ellos les encanta”, asegura. No quiere acabar sin resaltar el grandioso mérito de los escritores e ilustradores y de la importancia de animar a la lectura en edades tan tempranas, porque la lectura también es educación.