Día Mundial del Trabajo Social
“Somos el nexo entre la comunidad, el sistema, la persona y sus familiares”
El tercer martes de marzo se celebra cada año el Día Mundial del Trabajo Social, una oportunidad para crear conciencia y arrojar luz sobre el papel fundamental que juegan los profesionales dedicados a esta labor, en el cambio, desarrollo y cohesión de la sociedad
Este 21 de marzo tiene lugar el Día Mundial del Trabajo Social, una fecha en el calendario que, desde 2009, pretende dar una mayor visibilidad a una profesión que para algunas personas, todavía sigue siendo poco conocida: la de trabajador social.
A través de la intervención en una realidad que conoce bien de cerca, el trabajador social se encarga de buscar soluciones y establecer métodos para ayudar a las personas en diferentes momentos de su vida.
De acuerdo con lo que apunta su Federación Internacional, el trabajo social es “una profesión basada en la práctica y una disciplina académica que promueve el cambio y el desarrollo social, la cohesión social y el empoderamiento y la liberación de las personas”. Se trata de un perfil profesional muy versátil que procura involucrar a la ciudadanía y a las estructuras “para abordar los desafíos de la vida y mejorar el bienestar”.
Por todo lo anterior, es habitual integrar esta profesión en muchos rincones de la vida en comunidad, como empresas, escuelas e institutos, clínicas, centros sociales…
Desde este tipo de entidades, los trabajadores sociales ofrecen asistencia y asesoramiento a adultos, niños, familias o colectivos y les ayudan a gestionar sus necesidades, fortalezas, y expectativas. Para ello, los acompañan durante los procesos de cambio, les guían en la resolución de problemas, organizan el apoyo que reciben y los derivan a otros servicios si lo necesitan.
El contacto humano es, por lo tanto, fundamental. Compañías como Clece, que prestan servicios esenciales, utilizan un modelo de cuidados que pone a las personas en el centro, y se apoyan en la extraordinaria labor que hacen los trabajadores sociales para muchos de sus servicios y ayudan a sus usuarios a afrontar situaciones de la vida diaria algo más sensibles, con las herramientas y la orientación y el asesoramiento profesional que necesitan.
Judith Luis y Zulay Ramos son dos trabajadoras sociales que llevan a cabo tareas diarias muy distintas, pero que comparten un objetivo en común: tratar de facilitar y mejorar las condiciones de vida de aquellos con quienes trabajan día tras día.
Prestando apoyo desde el principio
Uno de los principales ejes del trabajo social es facilitar a la persona la adaptación a distintos entornos en situaciones de cambio.
Judith es trabajadora social en la Residencia CleceVitam Vía Ronda de La Laguna, en Tenerife. Allí, esta profesional lleva a cabo las tareas previas y propias de la llegada de un nuevo usuario al centro, así como del seguimiento de su estancia y de apoyo a la familia.
En su día a día, Judith atiende las peticiones de quienes están interesados en conocer el centro, organiza las visitas para enseñarlo, planifica y coordina las futuras altas y se ocupa de que la acogida de los nuevos usuarios sea lo más agradable y fácil posible.
Para ello, se suelen hacer 3 visitas. En la primera, el usuario concierta una cita para ir a visitar el centro, conocerlo y ver cómo es la vida allí. Después, en la segunda cita, que suele hacerse 2 días antes de la fecha de alta, le sirve a la persona usuaria y al equipo del centro para ir acomodando sus cosas en la habitación. De esta forma, cuando se produce la tercera visita, el ingreso, “ya nos centramos completamente en el residente”, cuenta Judith.
A lo largo de estas citas, y especialmente en la segunda, se hacen entrevistas en las que el usuario se da a conocer y muestra sus gustos, sus costumbres, sus preferencias… “Tratamos que este sea su nuevo hogar, respetando los horarios y adaptándonos al estilo de vida que mantenía antes, nos centramos en su historia”, explica Judith.
Aquí, la labor del trabajador social es fundamental, puesto que se encarga de resolver cualquier duda y acompañar a la persona durante todo este proceso de cambio.
Por su parte, Zulay Ramos es responsable regional de la Unidad de Apoyo a la Actividad Profesional de Integra CEE, filial de Clece, en Cataluña, Aragón y Baleares. Estas unidades, reguladas por real decreto, prestan un servicio por el que un equipo multiprofesional acompaña, guía y ayuda a los trabajadores a superar obstáculos propios del ámbito laboral, lo cual facilita la incorporación a plantilla de personas en situación de vulnerabilidad.
“En Integra somos especialistas en dar servicio a entidades tanto públicas como privadas, favoreciendo la diversidad en el trabajo y ofreciendo muchas posibilidades en las que lo que prima es el talento”, apunta. Los trabajadores sociales se encargan de encontrar las herramientas y los modos necesarios para “promover el acceso al empleo de personas con discapacidad”, de forma que esto les ayude como “paso intermedio antes de trabajar en una empresa ordinaria”.
Como explica Zulay, el trabajador social hace un diagnóstico sociolaboral de las nuevas incorporaciones a la compañía y, a través de tutorías personalizadas, valora posibles apoyos necesarios y establece sus expectativas. En estos diagnósticos, no solo se evalúa todo lo relacionado con la empleabilidad, sino que, además, se presta atención a otro tipo de áreas, como “la vivienda, la económica o las redes formales” a las que esté vinculado, puesto que también se entiende que estos factores tienen influencia en el desempeño profesional y social de la persona. El enfoque, por tanto, es 100% holístico.
Una vez hecha esta evaluación, desde la Unidad de Apoyo y con un equipo multidisciplinar, se presta la ayuda necesaria para superar los posibles obstáculos, dificultades y situaciones a los que tenga que enfrentarse la persona con discapacidad que se ha incorporado al trabajo, gestionando siempre sus expectativas, según explica Zulay.
En sus palabras, la labor del trabajador social en Integra es importante porque, como demuestra su día a día, es “el perfil idóneo para potenciar la inclusión de todas las personas a través de un puesto de trabajo”.
La importancia de estar siempre ahí
Pero la presencia de los trabajadores sociales en las Unidades de Apoyo de los centros especiales de empleo va mucho más allá de los inicios. Desde estos equipos, se hace una exhaustiva labor de seguimiento, estudiando la situación en cada momento y valorando posibles soluciones, en caso de necesitarlas, durante todo el tiempo que la persona empleada está en la compañía.
“Si esta se encuentra con una necesidad puntual en su trabajo, se buscan recursos, y se recurre al tejido asociativo”, asegura Zulay, quien recuerda que el principal objetivo es poder ayudar y satisfacer esa carencia.
Además, el trabajador social no se limita a la persona usuaria, sino que también ofrece su asesoramiento y orientación a los familiares para comprobar cómo se adaptan a la nueva situación e integrarles en las actividades que se hacen en cada centro.
Una profesión esencial
Tanto Judith como Zulay coinciden en que el trabajo social es una profesión esencial con una importancia crucial en el buen funcionamiento de la sociedad.
“Somos el nexo entre la comunidad, el sistema, la persona y sus familiares”, apunta Judith. Y es que su trabajo engloba el contacto prácticamente diario con todos estos componentes, comprobando de primera mano la realidad social, intermediando para obtener apoyo y recursos institucionales e ideando y recopilando todo tipo de herramientas para facilitar el fortalecimiento y la estabilidad de las personas.
Para Zulay, la importancia del trabajo social es una cuestión de “justicia social”, pues su aportación a la sociedad permite “ayudar a procurar el equilibrio entre las desigualdades que inevitablemente existen” y fomenta la participación de cualquier tipo de personas en cualquier tipo de actividades. “Todos tenemos cabida”, concluye.
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