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Efiiciencia energética
De los pueblos blancos a la aerotermia: 5 estrategias para mantener una temperatura confortable en casa (sin renunciar a la eficiencia)
Son muchas las medidas que se pueden tomar para garantizar una temperatura confortable en casa mientras consumimos menos energía: desde instalar termostatos y sensores a apostar por sistemas naturales como la aerotermia que permite aprovechar la temperatura constante del ambiente para climatizar nuestro hogar
La vivienda es uno de los lugares en los que más tiempo pasamos. Es nuestro refugio, donde juegan nuestros hijos y donde descansamos. Por eso, que cuente con unos niveles de confort adecuados es tan importante. Hablar de bienestar térmico es hablar de mantener una temperatura correcta tanto en invierno como en verano. Estas temperaturas, dice el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, rondan los 25-26 grados durante la época de calor y entre 18 y 20 grados durante el invierno.
Confort y eficiencia pueden ir de la mano. Y así, el consumo de energía dependerá de las estrategias que utilicemos para mantener la temperatura correcta en cada época del año. Podemos dar muchos pasos antes de subir el termostato en invierno o bajar el aire acondicionado en verano, que nos permitirán mantener la casa a la temperatura adecuada sin derrochar energía. Hay que tener en cuenta factores como que, por ejemplo, cada grado que bajemos la temperatura de un aparato de aire acondicionado aumentará el consumo de energía un 8%.
Las actuaciones que se pueden acometer en casa son de muy distinta índole. Las hay sencillas, como bajar o subir las persianas en momentos determinados, y otras más complejas que implican acometer algún tipo de reforma. Si quiere saber por dónde empezar, aquí van cinco pasos para garantizar la eficiencia y el confort térmico en el hogar:
1. Adecuar nuestros hábitos
En nuestro día a día podemos llevar a cabo acciones sencillas como utilizar las persianas para aislarnos de la temperatura exterior. Si las bajamos en las horas de más sol en verano evitaremos que se vaya el fresco. Si en invierno lo hacemos justo antes de que atardezca no perderemos el calor de la calefacción.
2. Ventilación natural
Ahora que nos acercamos al verano, la ventilación natural es la primera opción para estar cómodos. Siempre que sea posible se pueden generar corrientes de aire. Otro truco es apagar los dispositivos electrónicos cuando no los necesitemos, ya que emiten calor. También se pueden instalar toldos, lonas, ventilar aprovechando las horas frescas de la noche o recurrir a ventiladores para reducir la necesidad de climatización.
Por el contrario, si estamos en invierno podemos ventilar varias veces durante poco rato, de manera que haya un buen recambio de aire sin que perdamos más calor del necesario. O poner alfombras si contamos con un pavimento frío. No hay que olvidar tampoco revisar las ventanas y asegurarse de que no tienen ninguna fuga.
3. Actuar sobre la “piel” del edificio
El pilar básico para una buena eficiencia reside en su envolvente. Este término hace referencia a las fachadas y cubierta que protegen el edificio del exterior, actuando como la “piel” en el cuerpo humano. ¿Por qué es tan importante? Porque un edificio bien aislado térmicamente necesita menos climatización. Actuar en la fachada, los techos y las paredes puede generar ahorros de hasta un 30% en el consumo de energía, según indica el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE).
Aislar térmicamente una vivienda puede llevarse a cabo desde el momento de la construcción. La base de la arquitectura bioclimática es precisamente esa: diseñar casas que tengan un consumo casi nulo de energía porque aprovechan al máximo las horas de luz, el calor, la ventilación natural y están bien aisladas. Para ello se tienen en cuenta factores locales. Por ejemplo, los pueblos blancos de Andalucía están levantados a base de cal blanca, un material fácil de encontrar en la zona, que además tiene la capacidad de reflejar los rayos del sol y no sobrecalentar las viviendas.
Si el edificio está ya construido se puede rehabilitar y añadir, por ejemplo, materiales aislantes en la cubierta y en los muros. Algunos de ellos son de origen natural como la lana de vidrio. También se pueden cambiar ventanas por algunas de doble cristal con cámara de aire. Invertir en aislamiento puede suponer un gasto de unos 11.000 euros por vivienda, pero el ahorro que suponen puede alcanzar los 1.000 euros anuales en la factura, dice la Organización de Consumidores y Usuarios.
4. Elegir la climatización más adecuada
Una vez que hemos reducido al máximo la necesidad de energía, podemos ver cómo cubrimos aquello que nos falta. El sistema de climatización que elijamos tanto para verano como para invierno dependerá de cómo sea nuestra vivienda, en qué localidad está y si es nuestra residencia habitual o no. “Hay múltiples soluciones y no hay una ideal para todos los casos. Es importante estudiar en cada situación qué sería lo más idóneo”, explica María Cruz Solano, experta en Eficiencia Energética de GNE Finance, una empresa especializada en rehabilitación energética participada por Fundación Repsol.
Hay dos soluciones naturales que nos pueden ayudar tanto en los meses de frío como durante el calor: la geotermia y la aerotermia. La geotermia aprovecha la temperatura constante del interior de la tierra y la aerotermia la del aire para climatizar el espacio de forma natural. En ambos casos se puede distribuir la energía a través de bombas de calor. Sin embargo, a pesar de que se trata de sistemas eficientes, su instalación dependerá del tipo de vivienda y el uso que hagamos de ella. “La aerotermia puede ser muy eficiente, pero si te vas a una vivienda que no sea de primer uso, de fines de semana o en un entorno rural o frío, no es el sistema más idóneo, porque vas a tardar en calentar tu casa”, matiza Borja Giménez, experto en negocios de bajas emisiones de Repsol.
Lo mismo sucede con la calefacción en invierno, que tendrá que elegirse en función de varios factores, como qué fuente de energía utiliza (gas, gasoil o electricidad), cómo transforma esa energía (caldera, estufa, bomba de calor) y cómo distribuye el calor en la vivienda (radiadores, suelos radiantes, estufas…). Las opciones son múltiples.
5. Sensores y domótica
Monitorizar la casa a través de sensores puede ayudarnos a saber en todo momento qué consumo tenemos y a controlar nuestro gasto mensual. Un simple termostato nos puede servir para ajustar la temperatura. Si además lo acompañamos de sistemas de domótica basados en Inteligencia Artificial podemos conseguir que la climatización se encienda en el momento del día más conveniente.
Agente rehabilitador
¿Cuándo es necesario acometer una reforma para mejorar la eficiencia energética? Una forma muy fácil de averiguarlo es sondear. Si sentimos que nuestro nivel de confort no es satisfactorio y que nuestro consumo es muy diferente al de nuestros vecinos ha llegado el momento de actuar. “Muchas veces la temperatura de confort depende de las personas, pero hay algo muy sencillo que se puede hacer que es comparar con los vecinos. Si comparamos patrones de consumo, tipos de viviendas similares, etcétera, y aun así nuestra factura es más elevada que la de nuestros vecinos, estamos perdiendo algo por algún sitio”, asegura Giménez.
Si nos hemos decidido a llevar a cabo el plan de intervención en nuestra vivienda y no sabemos por dónde empezar, lo más sencillo es contar con la ayuda de un agente rehabilitador. Esta figura apareció en 2021 en el Real Decreto sobre rehabilitación de viviendas y puede ser tanto una persona como una entidad que nos facilitará el proceso. Se encargará de planificar la rehabilitación de forma personalizada, una vez estudiados los consumos y la capacidad de mejora de cada vivienda. Además, puede ayudarnos a gestionar el acceso a las ayudas públicas.
Y es que estamos en un buen momento para acceder a financiación. La Comisión Europea ha puesto en marcha un ambicioso plan, el Renovation Wave, que cuenta con un montante de 3.500 millones para rehabilitación de viviendas. El objetivo es renovar 35 millones de edificios para 2030 porque se estima que el 80% de los edificios del viejo continente son ineficientes en términos energéticos, es decir, está mal aislado, no cuenta con instalaciones renovables y consumen demasiado.
Como vemos, son muchas las acciones que se pueden llevar a cabo para mantener el confort en casa y que además, también colaboran en la ayuda al planeta. De hecho, la Renovation Wave es una pieza clave en la estrategia de descarbonización de Europa, que aspira a la neutralidad climática en 2050.
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