Más de 70 años de anécdotas e innovación en el gran certamen del cine español

Para conocer los inicios del festival debemos trasladarnos al año 1953. Pocas personas saben que fueron los comerciantes de la ciudad vasca los responsables de poner en marcha uno de los eventos cinematográficos más prestigiosos de Europa. El objetivo, además de impulsar la cultura y el cine, era ampliar durante un mes la temporada alta de la hostelería y el comercio donostiarra, que tradicionalmente concluía a finales de agosto. La fecha perfecta para dar vida a esta cita, la segunda quincena de septiembre.

El éxito de la primera edición fue tan rotundo que solo dos años después, en 1955, la Federación Internacional de Asociaciones de Productores de Films (FIAPF) lo reconoció como competitivo. Su aceptación entre crítica y público hizo que, en 1957, se convirtiera en un festival de clase A, la máxima categoría para este tipo de eventos, y que comparte con los certámenes más reconocidos de Europa, como Cannes, Venecia o Berlín. Ese mismo año llegaba a San Sebastián una de las estrellas más rutilantes del momento, Kirk Douglas, quien estrenaba la película Vikingos. En apenas cuatro años, San Sebastián era ya una referencia en el mundo del cine y los principales intérpretes y directores del mundo hacían acto de presencia en su alfombra roja.

Desde entonces, San Sebastián se ha posicionado en la vanguardia del mundo del cine, presentando proyectos arriesgados, siempre con la mayor libertad creativa, y recibiendo a los principales protagonistas de la industria de los últimos 70 años. El catálogo es interminable: Alfred Hitchcock, Audrey Hepburn, Robert Mitchum, Federico Fellini, François Truffaut, Lauren Bacall, Fritz Lang, Bette Davis…

Un festival comprometido con la innovación

Edición tras edición, el esfuerzo por responder a las demandas del público y sociedad continúa estando en el corazón del certamen y así lo resalta su director: “El Festival de San Sebastián, como el cine en general, no deja de ser un reflejo de los tiempos en los que se produce y, por eso, tiene que ser innovador y adaptarse a los tiempos”, señala José Luis Rebordinos. Y hoy esos tiempos demandan una apuesta decidida porque eventos de esta dimensión sean capaces de reducir sus emisiones, manteniendo el espectáculo e incorporando las innovaciones tecnológicas en su desarrollo.

El propio Rebordinos valora la importancia de “incorporar soluciones que permitan realizar un evento lo más neutro posible”, ya que, tal y como asegura, es algo que “resulta hoy en día fundamental”. En esta línea, en la presente edición, Repsol suministra combustibles 100% renovables para traslados de invitados y trabajadores del certamen, fabricados a partir de residuos orgánicos y que reducen entre el 80 y 90 por ciento las emisiones de CO₂ si los comparamos con los combustibles de origen mineral. Y no solo eso, sino que la multienergética pone a disposición de la flota de vehículos eléctricos e híbridos que circula estos días por Donostia toda su red de recarga pública en la ciudad.

Repsol también estará presente en la fiesta de clausura, proporcionando al festival tres grupos electrógenos, que funcionan con combustible 100% renovable para cubrir necesidades energéticas de la fiesta de clausura. Por otro lado, ha instalado en la plaza Okendo una solución de generación de energía solar portátil con forma de photocall que estará a disposición de cualquier persona para recargar su dispositivo o tener un recuerdo de cine en su móvil.

Anécdotas, emoción e innovación

Toda esta innovación convive con una riquísima historia en la que han surgido infinidad de anécdotas. El actual director del festival recuerda con especial cariño el que todavía es hoy uno de los momentos más icónicos del certamen, la visita de una de las más importantes actrices de la historia del cine, Bette Davis, en 1989. “Ya muy mayor”, rememora, “dio una rueda de prensa muy especial y recibió el Premio Donostia en el escenario del Teatro Victoria Eugenia el 22 de septiembre de aquel año”. Fue su última aparición pública.

Lo cierto es que la emoción continúa estando presente en la alfombra roja de un festival que, además de celebrar a los grandes mitos de la cultura, sorprende cada año con novedades espectaculares. Con el cine siempre como protagonista, San Sebastián no ceja en su intento de mejorar continuamente la experiencia del espectador y aprovechar las nuevas tecnologías para acentuar su posición como un espectáculo diferente y vanguardista. Ejemplos hay muchos. Así ocurrió, en 1986, cuando el festival decidió convertir el velódromo de Anoeta en una sala de cine con una capacidad para cerca de 3000 personas, una de las más grandes del mundo. Rebordinos recuerda el comentario del mítico director Oliver Stone, cuando visitó el espacio: había estado, dijo, en “la mejor sala de cine del mundo”.

Hoy el velódromo es un espacio más del certamen, protagonista de algunos de los acontecimientos más destacados del evento. Seguro que los miles de amantes del cine que acudan este año a San Sebastián disfrutarán en esta 72º edición de este y otros tantos espacios emblemáticos de un festival que se ha convertido en el mejor de ejemplo de que, cuando la cultura y la innovación se unen, surgen experiencias únicas y cautivadoras.