Ciudad Lineal
La menor china al ver al pederasta de Ciudad Lineal: «Es el hombre malo»
Dos víctimas reconocieron ayer a Antonio Ortiz en los juzgados de Plaza Castilla
Aunque su madre sí acudió el primer día de las ruedas de reconocimiento a los juzgados de Plaza Castilla a realizar algún trámite la menor, al parecer, no fue aquella jornada. Para los agentes del Servicio de Atención a la Familia (SAF) de la Brigada Provincial de Policía Judicial fue imposible sacarle una palabra. No quería participar en ninguna recreación, ni hablar del tema en cuestión pero tampoco de ningún otro; ni siquiera ver a un policía vestido de paisano. Cuando se le acercaba uno se tapaba la cara con las manos y se giraba. No quería saber nada del mundo; de hecho, le diagnosticaron estrés postraumático. Por eso los agentes la dejaron tranquila. Se trata de la menor de 6 años y origen chino que fue raptada en la calle Luis Ruiz en las puertas del negocio de sus padres para ser drogada y agredida brutalmente en el llamado «piso de los horrores» (en el número 3 de la calle Santa Virgilia) por Antonio Ortiz el pasado 17 de junio. Aunque poco a poco volvió a hacer vida normal tras su salida del hospital La Paz (permaneció ingresada más de 10 días debido a las lesiones que el presunto pederasta de Ciudad Lineal le causó) la niña necesitaba normalidad y no creyeron conveniente forzarla a recordar ni tan siquiera de manera velada o con juegos lo que su mente guardara de aquel día. Su familia tampoco se mostraba receptiva a colaborar con la Justicia y, en un principio, no iban a colaborar pero desde el Juzgado de Instrucción número 10, que lleva el caso, o desde la Fiscalía les han debido convencer de la importancia de que la menor reconozca a su agresor de cara a una condena más dura cuando se celebre el juicio. Ayer fue el día de enfrentarse al duro momento. La instructora del caso, María Antonia de Torres, había señalado la mañana de ayer para llevar a cabo las dos últimas ruedas de reconocimiento. La menor acudió a la sede judicial acompañada por sus padres y fueron conducidas a la planta baja, donde se encuentran las salas habilitadas para ruedas de reconocimiento en los juzgados. La llegada de Ortiz a la diligencia judicial fue pasadas las 10 de la mañana en el furgón de la Guardia Civil desde la prisión de Soto del Real, donde ingresó en preventivo el pasado 26 de septiembre tras su arresto en Santander dos días antes. Fuentes jurídicas señalaron a Europa Press que la menor reconoció a su agresor «sin ningún género de dudas». En el momento que Ortiz fue visto por la pequeña a través de la cristalera y acompañado de otros cuatro agentes parecidos a él físicamente, la menor se «sobresaltó» nada más verle y le señaló con el dedo. «Es el hombre malo», dijo asustada, según fuentes cercanas al caso.
Antes, se había llevado a cabo la exploración (toma de declaración) de la menor en el propio juzgado, en la 4ª planta. Como en el resto de ocasiones, el presunto agresor, que ha escuchado el relato de la niña en una sala contigua. Su comparecencia se ha grabado para que sirva como prueba precosntituida de cara al juicio oral y evitar así que las niñas tengan que volver a recordar lo sucedido dentro de un tiempo, cuando se celebre la vista oral.
También ayer acudió a la rueda de reconocimiento la segunda víctima del pederasta. La primera sería una niña de Coslada en junio de 2013 y la segunda una menor de origen dominicano raptada en septiembre de 2013 por Hermanos García Noblejas y abandonada en una gasolinera de Hortaleza. A esta niña, al parecer, no la llevó al piso y practicó los abusos en el coche. Hasta ahora este caso lo llevaba el Juzgado de Instrucción número 2 de Madrid (cuando se produjo la agresión cayó en ese juzgado) y María Antonia de Torres solicitó que el titular de éste juzgado se inhibiera a su favor, cosa que ha ocurrido recientemente. Concluida esta fase, la magistrada procederá en las próximas semanas a tomar declaración a los testigos y a los padres de las pequeñas. Los agentes de Policía Científica siguen a la espera de la autorización judicial para abrir los dispositivos electrónicos –ordenador y móvil– del imputado.