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Blas de Lezo: pudo porque estaba seguro de que podía
Con inmensa satisfacción, pues ése era mi objetivo como homenaje a un héroe, ha visto la luz días antes de la erección del merecido monumento, el libro, acompañado de un DVD, titulado «Blas de Lezo y la heroica defensa de Cartagena de Indias», editado por Actas.
La iniciativa surgió en 2012, cuando tras escribir algún artículo sobre la defensa de Cartagena de Indias, un marino, Javier Bellas, me pidió colaboración como experto militar para colaborar en un documental para la exposición que, como homenaje a Lezo, se iba a ofrecer en el Museo Naval. Para ello comencé a trabajar estrechamente con Composiciones Virtuales aportando información para el documental, y puse en contacto al equipo de trabajo con la Academia de Ingenieros del Ejército, donde existe una bellísima maqueta de Cartagena de Indias, así como informando sobre la Cartografía y Relaciones Históricas de Ultramar del Instituto de Historia y Cultura Militar en los relativo a Cartagena de Indias y Virreinato de Nueva Granada.
Con todo este material, el equipo de Jorge Molina y Jorge Pozo, realizó un excelente trabajo técnico que nos ayudaría a comprender visualmente el escenario del combate. Para este trabajo me puse en contacto con el personal que preparaba la exposición, a dos personajes clave; por un lado, a Antonio Marabini Martínez de Lejarza, actual poseedor del marquesado de Ovieco, concedido a título póstumo a Blas de Lezo por Carlos III, y por otro lado, a Álvaro de Armada y Barcáiztegui, con quien vengo colaborando en asuntos relacionados con la historia de la Florida, pues por ser su madre, Doña María del Carmen Barcáiztegui, descendiente de Blas de Lezo contaba entre sus propiedades con un excelente retrato de Don Blas que sería elegido como portada de la excelente exposición del Museo Naval.
Una vez recogida toda la información y tras la lectura detallada del Diario de Blas de Lezo, y sus enfrentamientos con el virrey Eslava, decidí que debería publicar todo el material como homenaje a nuestro héroe. Lezo fue el freno que en 1741 impidió la maniobra estratégica-política británica, aunque aún hoy no lo quieran reconocer, que pretendió asestar un golpe de gracia en Cartagena de Indias para acabar con la autoridad española en el Caribe y penetrar en profundidad hacia el sur tomando el Virreinato del Perú. Lezo, con seis naves y 3000 hombres, derrotó a una fuerza de 186 naves y 25.000 hombres. Su oponente, Vernon hoy está enterrado como un héroe en Westminster mientras Lezo no ha gozado siquiera de un recuerdo ni una placa en la capital de España. Ahora desde el 15 de noviembre de 2014 tendrá un merecido monumento en Madrid en la Plaza de Colón. Aún hoy queda pendiente la localización de sus restos en Cartagena de Indias.
Gracias a Blas de Lezo y a su defensa de Cartagena de Indias, 71 años después de su muerte, la Constitución Española de 1812 pudo decir aquello de que «la Nación Española es la reunión de los españoles de ambos hemisferios», la misma Constitución que imponía a los españoles, a propuesta de un diputado mexicano, la obligación de ser «justos y benéficos».
Y para ser justos y benéficos hemos de estimular y reconocer el trabajo bien hecho pues España no puede permanecer ni un segundo más ausente ni protagonista de su propia Historia. España siempre ha dado y viene dando hombres y mujeres que viven día a día por España de forma honrada, esforzada y valiente, como ejemplarmente lo hizo Lezo, que es y debe ser un referente moral por su sencillez, perseverancia y espíritu de sacrificio. Modelo de tesón, trabajo y sacrificio, Valores tan necesarios en el momento de crisis actual, tan turbulento en lo económico como en lo moral, siendo modelo especial de ese principio doctrinal que es la Voluntad de Vencer.
No me cansaré de insistir en la figura de este héroe tan español. Si España ha sido siempre desagradecida con sus héroes, la injusticia llegó a su sublimación con este soldado y marino que, desde los quince años de edad, menguó su salud e integridad física dando finalmente su vida por España y su Rey, recibiendo el pago del olvido y la degradación tras una vida de servicio y de éxito en combate sin parangón.
Ese monumento debe ser una semilla que reflejando esos valores quede para nuestros hijos y recuerden siempre a todos aquellos que con su esfuerzo y su sangre fueron arquitectos de lo que hoy es España. Debemos demostrarnos de una vez que el español no es, ni puede permitirse el lujo de ser, un pueblo olvidadizo y cutre, sino un pueblo orgulloso, honorable y agradecido con sus antepasados.
Debemos reconciliarlos de una vez con nuestro pasado arrojando muy lejos esos complejos que la propia leyenda negra ha sembrado sobre nosotros a lo largo de siglos. Para renacer en estos momentos de crisis no podemos permaneces ajenos a los valores que nos han hecho grandes a pesar de las dificultades. Ejemplos no nos faltan en nuestra Historia que nos sirvan de modelo para acometer ilusionantes proyectos y aventuras colectivas, en este tiempo nuevo, y esta es una de ellas.
Sólo si actuamos de ésta manera lo haremos de forma honorable. Apelemos a nuestro espíritu indómito y recuperemos la memoria de estos héroes del zaquizamí de los complejos. Lo único que deseo recordar en estas líneas es una realidad que está en los libros de nuestra historia común, la historia de los españoles, sembrada de grandes hechos, grandes personajes y de etapas grandiosas pero también de lamentables y egoístas guerras civiles en momentos de sequía de líderes que no supieron estar a la altura del pueblo que lo sacrificó todo por España.
Todo se resume en sus últimas palabras dirigidas a su esposa en el lecho de muerte: «Josefa, dile a nuestros hijos que yo, como buen vasco, defendí siempre a España y a su Imperio».
Ya lo dijo Virgilio: Potest quia potere volentum: Pudo porque estaba seguro que podía.
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