Unas viñetas que son dignas de un museo

«Yo quiero un TBO y me estaré quieta mientras yo lo leo». Esa canción sirvió para anunciar una revista mítica y que reunió a algunos de los dibujantes más importantes de su tiempo, como Benejam, Coll, Opisso, Blanco o Raf, entre muchísimos otros.

«Yo quiero un TBO y me estaré quieta mientras yo lo leo». Esa canción sirvió para anunciar una revista mítica y que reunió a algunos de los dibujantes más importantes de su tiempo, como Benejam, Coll, Opisso, Blanco o Raf, entre muchísimos otros. Todavía no se le ha dedicado una gran exposición a la historia del «TBO», por lo que toda iniciativa que sirva para rememorar aquellas páginas vale la pena.

La librería La Llama de Barcelona, especializada en la literatura de humor, abre hoy sus puertas a «TBO» con una pequeña e interesante exposición a partir de originales procedentes de una colección particular. Son obras que nos acercan especialmente a la segunda y la tercera época de la revista, cuando en la posguerra se cuenta con colaboradores de la talla de Ayné, Benejam, Coll, Francesc Tur, A. Mestre, Moreno, Montañola, Sabatés, Tínez y Urda, todos ellos presentes en esta exposición.

Las páginas presentadas vienen también a ser un testimonio de una manera de hacer humor, siempre blanco y elegante, aunque en ocasiones con gotas de un surrealismo digno de los mejores paladares.

Entre las joyas presentes en La Llama destaca una tira de Josep Coll, el dibujante que acabó trabajando como albañil porque ganaba más de dinero con este oficio que realizando páginas. Con un estilo que podría remitir a los maestros del cine cómico mudo, Coll nos presenta en la exposición la peculiar aventura de un hombre que quiere enviar una carta y acaba teniendo a un buzón como su peor enemigo.

Si hubo un nombre que hizo «TBO» fue Marino Benejam i Ferrer quien hizo para esta revista series tan míticas como «La familia Ulises» y «Las aventuras de Eustaquio Morcillón y Babalí». Melitón Pérez fue otra de sus creaciones más celebradas y con una duración más longeva. Benejam siempre le dio un carácter de tira cómica, contando mucho con lo esencial.

Uno de los grandes mitos del «TBO» fue el profesor Franz de Copenhague y sus muy peculiares inventos, un intento de aportar soluciones prácticas con los mecanismos más estrafalarios que podían ser imaginados. Tínez, Benejam y Francesc Tur se ocuparon de esta serie, pero fue Ramón Sabatés i Massanell quien le dio una dimensión especial gracias a su ágil y dinámico trazo. Sabatés se encargó de crear esos inventos divertidos y absurdos, como el que se presenta en La Llama, una guitarra lanza-berridos con una cabeza de cerdito incorporada.

Una exposición imprescindible para los amantes del cómic.