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Cataluña
Puigdemont exige a la CUP que haga honor a su palabra
Los antisistema piden «generosidad» al Govern para salvar las cuentas, tras replicar a CDC que no se apropie del proceso
Los antisistema piden «generosidad» al Govern para salvar las cuentas, tras replicar a CDC que no se apropie del proceso
Mariano Rajoy ejerció ayer el papel de padre de un niño cabezota que se empecina a ir en bici sin manos, sin pies y acaba sin dientes pese a que le habían advertido de que se caería. Con la satisfacción de quien sabe que sus avisos se están cumpliendo, Rajoy recordó al ejecutivo de Carles Puigdemont que «ha encontrado más lealtad y colaboración en el Gobierno de Madrid que en sus socios de la CUP», tras reprocharle que fue su culpa elegirlo como socio.
Aunque en Cataluña, como dice el socialista Miquel Iceta, «somos especialistas en contorsiones de última hora para salvar el proceso hasta la siguiente pantalla», a cuatro días de abordar el debate de los presupestos en sede parlamentaria, el gobierno no tiene quien le apoye. Por ahora, la Generalitat mantiene la dentadura intacta, aún no ha caído de la bici, pero se tambalea. Porque con 62 diputados, a seis de la mayoría, necesita que alguien le eche un cable. Ese alguien tenía que ser la CUP, el socio que eligió la coalición de Junts pel Sí para gobernar con estabilidad, pese a que el PP venía advirtiéndole de que no es de fiar.
Puigdemont, que el viernes acusó a los antisistema de la CUP de ser unos «destructores» por no apoyar los presupuestos que ha presentado la Generalitat y poner en peligro el proceso soberanista, prosiguió ayer con su alegato contra los de Anna Gabriel y Benet Salelles. En una entrevista en Olot TV, primero, y tras un paseo por Vilanova i la Geltrú, después, reclamó a la CUP que haga honor a su palabra y cumpla con el acuerdo que firmó en Navidad con Junts pel Sí para dar estabilidad al gobierno catalán durante esta legislatura. Sin disimular su enojo, Puigdemont se mostró cansado de tener que «luchar agónicamente para que gente que firmó un papel cumpla con su compromiso».
El president de la Generalitat volvió a advertir de que si la CUP no levanta el veto y el Govern no puede sacar adelante los presupuestos de 2016, «el problema lo tendrá el país». Más allá de que se dejarán de invertir 1.100 millones de euros, 870 millones de los cuales en políticas sociales, alertó de que las cuentas actuales se pueden prorrogar pero están pensadas en clave autonómica y no para dejar a Cataluña a las puertas de un estado independiente.
Puigdemont admitió que si al final la CUP retira la enmienda a la totalidad, los presupuestos no quedarán aprobados, pero se podrán debatir. «Lo que decimos a la gente con la que tenemos un acuerdo de estabilidad parlamentaria es que dejemos que se debatan y se tramiten».
Si no se sale con la suya, el gobierno catalán tiene tres opciones, rebajar sus expectativas soberanistas y buscar otro socio para aprobar las cuentas, prorrogar las cuentas o avanzar elecciones. A partir del 4 de agosto, Puigdemont tiene vía libre para poder convocar elecciones anticipadas, aunque si bien es una opción que ERC puede llegar a ver con buenos ojos, pues tiene a tocar el «sorpasso» a CDC, los convergentes, en pleno proceso de reinvención, no quieren oír hablar de elecciones.
En este proceso, CDC ha adoptado el papel de «policía malo» y ERC de «policía bueno» del soberanismo. Mientras el candidato convergente al 26-J, Francesc Homs, hablaba ayer de la CUP como «una piedra en el camino», el número de Esquerra al Congreso, Joan Tardà, se mostraba convencido de que habrá presupuestos porque «en el ADN de la sociedad catalana está el acuerdo». También Oriol Junqueras hacía un llamamiento a la CUP para que permita debatir las cuentas.
En nombre de la CUP, el diputado Salelles defendió que hay margen para encontrar una fórmula que permita aprobar las cuentas, aunque pidió «generosidad» en la negociación y censuró que CDC se apropie, a su entender, del proceso.
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